Introducción
La romanización es la implantación, absorción y desarrollo de la cultura romana en cualquier lugar del Mare Nostrum, constituyendo los factores principales como, la organización política, económica, jurídica y social; así como la religión, manifestaciones artísticas, el desarrollo cultural etc…
Sucedieron dos guerras púnicas entre Roma y Cartago, la primera (264-241 a.C) que concluyó con la derrota cartaginesa y la conquista romana de Sicilia, Córcega y Cerdeña. Roma seguía extendíéndose lo que dio lugar a la segunda guerra púnica (218-201 a.C) fue el ataque a Sagunto, ciudad aliada de los romanos y la rotura del Tratado del Ebro (226 a.C) por parte del cartaginés Aníbal, este hecho motivó a los romanos al desembarco en Ampurias en 218 a.C. Quedando la península inmersa en el área cultural del Imperio Romano hasta la llegada de los pueblos bárbaros en el Siglo V d.C.
Desarrollo
La ocupación del litoral mediterráneo (218-170 a.C) En este periodo los romanos, casi sin resistencia, ocupan el litoral mediterráneo y los valles del Ebro y Guadalquivir. Todos estos pueblos tenían un alto grado de desarrollo por el contacto con los pueblos colonizadores, no opónían resistencia y asimilaron rápidamente las formas de vida romanas, además, en esta zona no hay obstáculos geográficos que dificulten la conquista.
La conquista de la Meseta (170-29 a.C) les costó mucho a los romanos, además de los accidentes geográficos, el nivel de desarrollo de esos pueblos es escaso. Las guerras fueron durísimas y de los enfrentamientos de los romanos destacamos dos. Viriato (guerras lusitanas) y Numancia (guerras celtibéricas). En los últimos años de esta etapa, Roma atraviesa varias guerras civiles, en la última dos generales victoriosos se disputan el poder de la república, Pompeyo y César, tras la muerte de Pompeyo, sus hijos serán derrotados por César en la batalla de Munda, el 27 de Marzo de 45 a.C quedando toda la zona centro y sur de la Península calmada.
En estos diez años (29-19 a.C) se desarrollaron las guerras cántabras, dirigidas por el emperador César Augusto, pero el control efectivo y total de los pueblos de la cordillera cantábrica y de los vascones nunca fue del todo efectivo.
La romanización es muy rápida en el sur, lenta en el interior y mucho más lenta en el norte, y no afecto por igual en toda la península.
La organización política y administrativa: Roma dividíó la península ibérica en provincias. La primera división fue tras la segunda guerra púnica (197 a.C), Hispania quedo dividida en dos provincias Citerior y Ulterior. Augusto, emperador a partir de 27 a.C, dividíó el Imperio el Imperio en dos, las ya conquistadas que no requería la presencia de legiones y que estaban dirigidas por el senado (sanatoriales), y las no pacificas que eran dirigidas por el emperador (imperiales). Con este esquema Hispania se dividíó en tres provincias: La netica (provincia senatorial) Lusitania y Tarraconense que eran provincias imperiales. Cada provincia se dividía en conventos o divisiones judiciales.
En plena crisis del S.III se hizo una nueva división; Bética con capital en Híspalis. Lusitania con capital en Emérita y Tarraconensis con capital en Tarraco, de las cuales salieron Cartaginensis con capital en Cartagena y Galleica con capital en Braga. En el siglo IV d.C tarraconense, galecia, cartaginense, bética, baleárica, Mauritania tingitana.
Las provincias eran territorios sometidos y explotados en beneficio de Roma. Estaban gobernadas por un pretor, del que dependían una serie de funcionarios encargados de cuestiones administrativas, jurídicas, militares o fiscales, que estaban asesoradas por una asamblea o consilium. El cuestor estaba al frente de la hacienda provincial y se encargaba de hacer el censo de contribuyentes.
Las principales vías de comunicación fueron, la “vía augusta”, seguía del litoral mediterráneo, pasando por Barcino, Tarraco, Carthago Nova hasta Gades. La “vía lata” o “camino de plata” unía Astúrica con Emérita Augusta y pasaba por salmantica. Se prolongaba hacia el sur hasta Híspalis. Otra vía unía estas dos (Augusta y Lata) por el norte de Hispania, pasando por Caesar Augusta y Virobesca para llegar hasta Astúrica. Se decía que estas vías tenían por objetivo llegar con facilidad a las minas de metales preciosos de las montañas de León, sobre todo de oro.
Desde el punto de vista hidráulico, construyeron numerosos puentes, acueductos, alcantarillado y complejos termales. La creación de infraestructuras mejoraba las comunicaciones.
El mundo romano es un mundo de ciudades, en estas se decide todo y son centros de producción e intercambio, fue la base de la administración romana. Las ciudades contaban con un foro o plaza central en las que se cruzaban las vías principales el Cardo (de N a S) y el Decumano (de O a E). También tenían manzanas en cuadrículas (insulae). Desde el punto de vista urbano podemos distinguir varios tipos de ciudades: Estipendarias, ciudades autónomas sometidas al gobierno romano, obligadas a dar tropas o tributos, regidas por un pretor y sometidas a un tributo anual. Las inmunes que no pagaban tributos y las Federadas, que llegaron a un acuerdo con Roma, tienen absoluta independencia y no pagaban tributos, pero tenían que prestar auxilio a Roma.
La economía de la Hispania Romana era colonial, esto quiere decir que los romanos sacaban de la Península las materias primas y las transformaban en Roma, luego vendían esos productos a un precio superior. Fundamentalmente era una economía esclavista, la producción es la mano de obra esclava. Su moneda se llamaba el denario. En la agricultura hemos de destacar la perfección de los sistemas de cultivo con la introducción de sistemas de regadío y de herramientas como el arado romano. La base de la producción seguía siendo la tríada mediterránea (cereales, vid y olivo). En la actividad pesquera destaca la industria de salazones y la salsa garum. En la producción artesanal destacan los objetos cerámicos, orfebrería, trabajo del vidrio y los mosaicos. Hispania era famosa por su gran riqueza de minerales: oro en León (Las Médulas), plata en Sierra Morena, plomo en Cartagena. Una parte reducida de los metales preciosos eran para acuñar sus monedas. Desde tierras hispanas se exportaban vinos, metales y sobre todo aceite, importándose de Roma a cambio de diversos bienes manufacturados.
En cuanto a la organización social, la sociedad romana se divide en dos grandes grupos teniendo como referencia un criterio jurídico: la libertad o no de las personas. La sociedad se divide entre hombres libres o no libres. En los hombres libres encontramos los honestiores (clases pudientes y ricos propietarios, como decuriones, senadores…), los humiliores (hombres libres, pero con pequeñas propiedades) y los no ciudadanos (no tenían derechos políticos, pero sí civiles). En cuanto a los no libres encontramos los libertos (esclavos que han sido liberados, pero no conservan rasgo de dependencia de sus antiguos dueños) y los esclavos (son la base de la economía, no son propietarios, se hereda de padres a hijos).
Desde el punto de vista económico están los patricios (eran ricos propietarios agrícolas, poderosos comerciantes, armadores. Se agrupaban en gens o familias que poseían un antepasado común. Se distinguen según su riqueza en orden senatorial, ecuestre y decuriones) y los plebeyos (menos poder económico). También aparecen los “clientes” (personas humildes que pasan a depender de un patricio a cambio de manutención, cobijo y protección).
El derecho romano se regía por el patriarcado. Se rigieron por preceptos jurídicos inspirados en la costumbre por mucho tiempo. Ante la protesta de la plebe, una comisión de diez varones se encargó hacia el 450 a.C de redactar un código, las Leyes de las Doce Tablas, que estuvo vigente hasta el siglo III a.C. Casi un siglo después de la caída del Imperio Romano de Occidente, Justiniano, emprendíó la tarea de reunir en un solo cuerpo general las obras de jurisprudencia romana existentes. Esta obra se dio por finalizada en el 533 d.C y recibíó el nombre de Digesto.
El latín se extendíó por todo el territorio. Su difusión le permitíó imponerse sobre las lenguas autóctonas. De él derivarían nuestras lenguas. Podemos destacar personalidades de origen hispano como Lucio Anneo filósofo, político, orador y escritor, y emperadores como Adriano, Trajano y Teodosio I “el Grande”.
En el patrimonio artístico destacó el relieve histórico, la pintura mural, los mosaicos y las creaciones artísticas (acueductos, puentes, circos, teatros, etc).
El papel del ejército fue un importante vehículo de romanización, los soldados llevaban la lengua, creencias y costumbres de Roma y las difundieron por todo el Imperio.
En cuanto a la religión, Roma impuso también las creencias romanas. Se respetaron las creencias locales, pero era obligatorio el culto al emperador y a los tres dioses de Roma (la Riada Capitolina). El culto privado se realizaba en el larario que era una pequeña capilla situada en el atrio de la casa. El Edicto de Milán (313) decretó la libertad religiosa y reconocíó legalmente al cristianismo, que pasó a convertirse en la religión del Estado con el emperador Teodosio I en el año 380.
CONCLUSIÓN
En conclusión, la romanización se tradujo en un inmenso legado cultural. En este proceso España participó al asumir su lengua, sus leyes, la huella de sus monumentos, la fundación de ciudades o la división administrativa; pero también contribuyó, Hispania aportó sus recursos naturales y legó a Roma la impronta de sus políticos e intelectuales, una relación recíproca que con el tiempo ha configurado la base de nuestra cultura Occidental.