Sociedad ilustrada


Manifiesto Sanhurst:


donde se prometía un régimen constitucional, parlamentario y estable, defensor de los valores tradicionales, la familia, la Iglesia católica, el liberalismo doctrinario y el sufragio.

Tratado del Pardo:

A la muerte de Alfonso XII por tuberculosis, en 1885, el sistema siguió funcionando gracias a la firma del Tratado del Pardo, entre Cánovas y Sagasta, en presencia de María Cristina, como reina regente. 

Desamortización:

el conjunto de medidas que pusieron en marcha los gobiernos liberales para eliminar los vínculos jurídicos que impedían la enajenación y venta de determinadas tierras o posesiones ligadas a perpetuidad a familias o instituciones concretas y que no podían salir a circuito comercial.


PNV:


Es la consecuencia de la derrota carlista y la supresión (como castigo) de su régimen foral, obligando a la población vasca a cumplir el servicio militar y a pagar impuestos similares a los del resto de España, suprimíéndose a la vez los órganos gubernativos vascos y adoptando en la zona el principio de la centralización administrativa.

Reforma Mon- Santillán:

constituye la transformación tributaría más importante de los siglos XIX y XX hasta la reforma de 1978, que cambió la imposición directa, y la de 1986 que lo hizo con la indirecta.


El sistema de la Restauración asentaba sus bases en tres primeros principios: El Bipartidismo, consiste en la existencia, siguiendo el modelo inglés, de dos únicos partidos oficiales, el conservador y el liberal:El partido
Conservador, creado
por Cánovas del Castillo y Silvela, aglutina a la antigua Uníón Liberal de O’Donnell y a los conservadores. Se apoya en la alta burguésía, los terratenientes, la nobleza y el clero y defiende el liberalismo doctrinario, con limitación de libertades. El Partido Liberal, fundado por Práxedes Mateo Sagasta y llamado primeramente partido Fusionista, cuenta con el apoyo de la burguésía liberal catalana y la población urbana. Defiende el liberalismo puro, el sufragio universal masculino.


El Turnismo, es la alternancia pactada entre los dos grandes partidos, de modo que cuando uno tiene problemas de gobierno, o ha perdido la confianza de las Cámaras, cede su puesto al otro, que ocupa el gobierno de manera ya pactada.El sistema consiste en que el rey actúa llamando al líder del partido candidato y ordenándole formar gobierno, luego cesa en su cargo a los funcionarios de la anterior administración y por último convoca elecciones.
El Caciquismo, implica la intervención del voto en las urnas, para conseguir la victoria del partido interesado. La figura del cacique era un elemento intermediario entre el votante común y las altas jerarquías político-religiosas, que se encargaría de dirigir la política y el resultado electoral  mediante el control del voto, principalmente rural.  


Regionalismo catalán: El nacionalismo catalán fue mayoritariamente apoyado por la burguesa catalana, gran mecenas del arte modernista. El movimiento se radicalizara a partir de la pérdida de Cuba y Puerto Rico, con el consiguiente derrumbe de la industria textil catalana y se creará entonces el primer partido regionalista conservador, que obtuvo el monopolio político en la regíón durante el reinado de Alfonso XIII, la Lliga Regionalista fundada por Francisco Cambó y Prat de la Riva cuyo objetivo era la autonomía política del pueblo catalán dentro de la nacíón española. Otros importantes partidos republicanos, que arrebatarán la primacía a la Lliga en 1930, son Ezquerra Republicana de Cataluña, y el Partido Republicano Catalán de Luis Companys.


Antecedentes: La primera Guerra de Cuba, también conocida como la «Guerra Larga», por su duración de diez años,(1868-78) se inició con el grito de Yara, un pronunciamiento a cargo de Manuel Céspedes, protagonizado por la burguésía criolla y un ejército de mestizos y negros liberados, que exigían: la autonomía para la isla, cierto liberalismo económico y la supresión de la esclavitud. 


Tercera Guerra:


Esta guerra, sin embargo, ocultaba obscuros intereses por parte de los Estados Unidos, que tras su Guerra Civil, ambicionaba hacerse con estos territorios para añadirlos, como premio de consolación, a los estados sudistas que habían perdido la guerra, ya el presidente norteamericano Cleveland, había intentado comprar la isla de Cuba y Puerto Rico al gobierno español, por 300 millones de de dólares, pero la negociación había fracasado. El presidente Mackenzie autoriza a la prensa amarillista del país a lanzar una campaña denigratoria contra España, que culminará con la búsqueda de una falsa excusa para declararle la guerra. De no hacerlo así, la guerra sería declarada. La opinión pública española fue manipulada, haciéndosele creer que el ejército de USA era escaso y mal entrenado, pero el español, ni siquiera estaba preparado para afrontar la guerra y tampoco contaba con fuerzas acorazadas, a diferencia de la armada norteamericana.


El 98 y sus repercusiones:


La derrota del 98 supuso el reconocimiento del atraso y el aislamiento de España y el ascenso de los partidos nacionalistas y antidinásticos. A nivel político, tras el asesinato de Cánovas y la muerte de Sagasta, se produce la división de los dos grandes partidos. En el Liberal, aparecen nuevos jefes como Moret, Canalejas y el Conde de Romanones y en el partido Conservador, será Silvela el que asuma el mando. Pierde vigencia el turnismo y  ganan fuerza los nacionalismos  y el republicanismo. A nivel económico, la industria textil catalana se desmorona, al no poder contar con el algodón cubano, pero paralelamente, y en sustitución de esta, aparece la industria azucarera, con la plantación, de la remolacha azucarera en terrenos antiguamente baldíos.  A nivel cultural, surge una poderosa autocrítica contra el sistema, por parte de intelectuales como Joaquín Costa, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez o Benito Pérez Galdós.  


repercusiones del 98: La principal figura regeneracionista, Joaquín Costa, en su obra «Escuela y despensa» repudia la falsa política, para analizar los problemas domésticos más acuciantes de España, como la necesidad de: mejorar la política hidrológica, restaurar los bienes comunales para mejorar la situación del campesino sin tierras, luchar contra el caciquismo, desarrollar las infraestructuras, alfabetizar a las clases más bajas, fomentar una mayor participación del estado en los servicios públicos, casi inexistentes y postular una política de apertura hacia Europa.


El sector siderúrgico y minero en la España del Siglo XIX:


El sector siderometalúrgico presenta tres focos correspondientes a tres etapas diferentes: En la primera etapa destaca Andalucía, donde los hermanos Heredia, antiguos toneleros y aceituneros, con el dinero obtenido de la venta de aceite a los ingleses, En la segunda etapa, la ubicación es más racional, situándose en Asturias, dada la cercanía y abundancia de carbón, pero la dificultad de acceso y comunicaciones hace que esta industria sufra un fuerte retraso hasta que se crea la primera carretera que facilita el transporte de carbón. En la tercera etapa, la zona privilegiada es el área vasca, con su primera industria siderúrgica en Somorrostro fundada en 1841 por la familia Ibarra. La Sociedad de Santa Ana de Bolueta, dispónía ya del primer alto horno, de tecnología alemana y a partir de la ferrería tradicional, se creó la Sociedad Ibarra y Cía. 


La minería estaba muy atrasada por mantenerse todavía las leyes de época de Felipe II, por las que las minas son propiedad de la Corona y, salvo las estratégicas, son cedidas a propiedades particulares a cambio de 1000 reales anuales, una quinta parte de los de los beneficios de explotación, aunque la Corona podía denegar el acuerdo cuando quisiera.  La escasa capitalización y el abandono de éstas hizo que su situación se mantuviese en precario hasta que en 1868, se promulgase la Ley de Minas que liberalizaría el sector autorizándose la cesión a perpetuidad de las minas a particulares por parte del Estado a cambio de 200 reales anuales.


Transporte y comunicaciones: Los ferrocarriles en España durante el Siglo XIX:


La implantación del ferrocarril se hizo con retraso y no articuló el mercado nacional del modo en que se esperaba, contando con problemas como la orografía y la escasez de capital.La mayor parte de los tendidos ferroviarios estuvieron en manos de compañías extranjeras, ante la debilidad del sector público. El primer trazado ferroviario español en la Península (en la isla de Cuba fue anterior) fue la línea Barcelona-Mataró, de 1848. El tendido ferroviario sólo se aceleró tras la primera Ley General de Ferrocarriles de 1855, según la cual el Estado subvencionaba a las compañías por cada kilómetro de vía construido, con un 20%, mientras que un 40% quedaba en manos de compañías extranjeras y otro 40% en manos nacionales. Las condiciones eran muy favorables para los constructores: Subvenciones a fondo perdido, interés de las inversiones garantizado por el gobierno, libre importación del material necesario para la construcción de las líneas ferroviarias 

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *