Segunda mitad del Siglo XIX: Realismo y Naturalismo. Antes de adentrarnos en el Realismo, debemos recordar una cuestión básica: la literatura no es un tanque estanco, pues, a lo largo de la historia, se ha ido moldeando influida por los cambios del mundo. Así, el Realismo tampoco fue un movimiento literario casual, sino una consecuencia de los acontecimientos políticos, económicos y sociales en la segunda mitad del Siglo XIX. Algunos de los acontecimientos fundamentales de aquella época son los siguientes: La clase burguesa cobra fuerza en el poder político, y la Revolución Industrial favorece el avance del progreso técnico y de la ciencia. Se instaura así la economía capitalista. Aquella economía capitalista incipiente provoca un gran desequilibrio entre la burguésía, propietaria de la industria, y el proletariado. Surge así el movimiento obrero. Además, en la política exterior, se agudiza la división en el mundo de países pobres y ricos. En el pensamiento, domina el positivismo: el conocimiento se basa en la razón y es demostrable mediante la experimentación. Esto conduce a una exaltación de la ciencia. La influencia de la ciencia en la literatura es palpable en la aparición de nuevos géneros narrativos, como la novela de Julio Verne, que cuenta avances tecnológicos (Internet o el submarino, por ejemplo, antes de su invención) y la novela de Arthur Conan Doyle, quien aprovecha el saber científico para la resolución de los críMenes en sus novelas. En España, la segunda mitad del Siglo XIX estuvo marcada por la inestabilidad política y el consiguiente retraso de la revolución industrial. Se distinguen tres etapas: 1833-1868. Reinado de Isabel II. Se enfrenta al levantamiento carlista y a la emancipación de colonias americanas, entre otros conflictos. 1868. Revolución y derrocamiento de la dinastía borbónica, que dio lugar a sucesivos gobiernos provisionales. 1874. Restablecimiento de la monarquía borbónica con Alfonso XII. Como podemos apreciar, los acontecimientos señalados influirán en la Literatura, que se aleja de la fantasía y la proyección de la intimidad, es decir, del Romanticismo. Distinguimos tres etapas. Sin embargo, en la literatura española, no puede hablarse de un verdadero Naturalismo, ya que los escritores se centraron más en las desigualdades sociales, sin abordar el determinismo biológico (la herencia genética). 02 La novela Tras la etapa de transición del Prerrealismo, la novela alcanza su mayor esplendor con la generación de 1868. La revolución y el consiguiente derrocamiento de la dinastía borbónica dio lugar al fin de la censura y, por ende, al éxito de una literatura crítica con la sociedad y el poder, objeto central de la literatura realista. Algunos de los escritores más representativos son Juan Valera, José María de Pereda, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Armando Palacio Valdés y Leopoldo Alas, Clarín. El tema central de sus obras es la sociedad, si bien encontramos diferencias ideológicas en sus puntos de vista. Por ejemplo, Pérez Galdós y Leopoldo Alas destacan por su posición crítica ante la desigualdad y la corrupción política, mientras que José María de Pereda o Armando Palacio Valdés son más conservadores e idealizan la realidad. Dentro del amplio tema de la sociedad, podemos distinguir distintos subtemas: El amor y sus problemas: adulterio, amor entre hermanos, desigualdad en la edad y la condición social de los enamorados y la castidad de los religiosos. La dualidad ideológica de una sociedad dividida entre los mundos rural y urbano, el anticlericalismo frente a la iglesia, o liberales y progresistas. En el plano técnico, la novela se caracteriza por los siguientes rasgos: Narrador omnisciente, es decir, conoce todo e introduce comentarios de todo tipo. La trama sigue un orden cronológico y la estructura de presentación, nudo y desenlace. Destacan las descripciones de objetos, espacios y personajes. El interés se centra en el personaje y la realidad en la que vive. Además de los diálogos, cobra importancia el monólogo, que permite profundizar en la psicología del personaje. 02.3 Leopoldo Alas, Clarín Leopoldo Alas, Clarín (Zamora, 1852 – Oviedo, 1901) ejercíó de docente, periodista y escritor. En sus obras, que firmaba con el seudónimo de Clarín, expuso sus conocimientos filosóficos y reivindicó su ideología progresista. Aparte de sus ensayos, destaca sobre todo por su obra narrativa y la introducción en España de la narrativa breve. Sus relatos se clasifican en dos grupos: Aquellos en los que predomina una visión dulce y melancólica de la sociedad más desfavorecida. Los relatos en los que se muestra más crítico con la sociedad y los poderes públicos. Leopoldo Alas escribíó tres novelas largas. Una de ellas es La Regenta, una de las obras más importantes del Siglo XIX. La Regenta En la trama, la protagonista, Ana, intenta huir de la mediocridad de Vetusta (el autor enmascara con ese nombre la ciudad de Oviedo) y de su matrimonio con el antiguo regente, mayor que ella. Busca una salida a través de la iglesia, pero su confesor la presionará, y, entonces, buscará el apoyo de un donjuán. El idilio acaba con un duelo en el que aquél mata a su marido y huye, mientras Ana sufre el rechazo social. El tema central es la influencia autoritaria de la sociedad sobre la vida de las personas. Los personajes se ven sometidos bajo la presión de una sociedad clasista que no respeta los derechos del individuo, a la vez que rechaza la libertad de acción y pensamiento. Este tema se pone de manifiesto a través de distintas temáticas: El adulterio de Ana está motivado por su falta de expectativas ante la vida. La mujer es esclava de las opiniones ajenas, es decir, no es un ser libre. La desigualdad de clases determina la vida de los habitantes, y el poder político solo sirve a los intereses de los poderosos. La iglesia no consuela a los seres humanos; es un órgano más que aplasta al individuo. La Regenta introduce innovaciones técnicas en la novela española: La continua intervención del narrador omnisciente, que cuestiona las situaciones y a los personajes. La novela se sitúa en el Naturalismo, ya que avala la teoría de que el comportamiento de los personajes viene determinado por su medio social (recordad el cuadro de la primera página). Por último, cabe indicar que La Regenta se sitúa entre las numerosas novelas que, en Europa, se centraron en el papel que la sociedad burguesa del Siglo XIX reservaba a la mujer, que vivía sometida y condenada a la carencia de formación y a la negación de sus expectativas. La literatura analizó así la situación de las mujeres que ya no aceptaban ese rol y su papel en la familia. 02.4 Benito Pérez Galdós Benito Pérez Galdós (Gran Canaria, 1843 – Madrid, 1920) compaginó su actividad literaria con sus colaboraciones en la prensa y su actividad política. Se distinguíó por sus ideas progresistas en la defensa de la reforma educativa, la instauración de un sistema republicano en España y la separación entre el Estado y la iglesia. Criticó duramente el oscurantismo del clero español. En la literatura, destaca por su obra narrativa, que se divide en tres etapas. Las novelas de tesis (1870-1878) Se centran en analizar diferentes conflictos ideológicos: tradición frente a modernidad, el mundo rural frente al urbano, la tolerancia y la hipocresía, el anticlericalismo… La intención de Pérez Galdós es denunciar, a través de sus personajes, el conservadurismo de la sociedad española. Las novelas contemporáneas (1881-1889) En esta etapa, escribe doce novelas. Se observa una evolución en su obra con personajes más desarrollados y un reflejo de la diversidad de la realidad de su tiempo. Las novelas se ajustan claramente a los rasgos del Realismo narrativo: El narrador omnisciente se comporta como un cronista. El diálogo gana protagonismo. Los monólogos nos muestran la psicología de los personajes. Entre las novelas de esta época, destaca Fortunata y Jacinta, una historia de dos mujeres que permite a Pérez Galdós retratar la sociedad madrileña de la época, los conflictos de clases y el ambiente político. Las novelas espirituales (1890-1915) En esta etapa, Pérez Galdós se centra en las virtudes morales y en los barrios más pobres de Madrid. En sus obras, muestra el fracaso de la burguésía en la transformación de la sociedad, mientras que las personas sencillas son las que atesoran las virtudes más elevadas: capacidad para perdonar, solidaridad… Una muestra de ello es la obra Misericordia, en la que la protagonista, Benigna, llega a mendigar en la calle para lograr dinero y así mantener a la familia que ella misma sirve como criada. Será detenida por mendigar y la familia la despedirá. Benigna es la portadora de las virtudes humanas hasta el final, cuando llega a perdonar por lo ocurrido. En Europa, dos referentes de este espiritualismo fueron León Tolstói y Fiodor Dostoievski.