Sociedad y Economía Española en la Restauración (1875-1931): Demografía, Agricultura y Minería


Sociedad y Economía durante la Restauración (1875-1931)

1. Crecimiento Demográfico y Migraciones

La población española a lo largo del siglo XIX se caracterizó por tres aspectos principales:

  • Lento Crecimiento Poblacional: En comparación con otros países europeos, la población española creció a un ritmo lento, pasando de poco más de 11 millones de habitantes en 1800 a algo más de 18 millones en 1900. Este moderado crecimiento demográfico refleja el atraso económico de España en relación con los países europeos que se industrializaron en ese siglo.
  • Pervivencia del Modelo Demográfico Antiguo: España mantuvo hasta principios del siglo XX una alta tasa de mortalidad (29‰ en 1900) y una natalidad moderada (34‰ en 1900). También persistió una alta tasa de mortalidad infantil (29‰ en 1900), una de las más altas de Europa. La alta mortalidad se debió al atraso económico (baja productividad agrícola, malas condiciones higiénicas, deficiente red de transportes), a las periódicas crisis de subsistencia, al hambre y a las enfermedades epidémicas (fiebre amarilla, cólera) y endémicas (tifus, sarampión, viruela, etc.). La natalidad española era inferior a la de otros países europeos, debido a la disminución de la fertilidad matrimonial y, por tanto, del número de hijos a lo largo del siglo XIX.
  • Movimientos Migratorios: Antes de 1880, ya existía una corriente migratoria hacia el norte de África (Argelia). Sin embargo, el saldo migratorio más significativo fue la emigración a América, que entre 1882 y 1899 ascendió a un millón de personas, alcanzando sus niveles más altos entre 1900 y 1914. Los factores que impulsaron esta corriente migratoria fueron una legislación que eliminó las trabas legales a la emigración, influenciada por la superpoblación económica (correlación negativa entre densidad de población y desarrollo económico), y la crisis agraria de finales de siglo.

Se produjo, además, un modesto crecimiento urbano debido al movimiento migratorio del campo a la ciudad, motivado por las dificultades de la vida rural más que por la atracción de la débil industria urbana. A pesar de la formación de centros urbanos importantes como Barcelona, Madrid y, más tarde, en el País Vasco y toda la costa peninsular, la población española seguía siendo mayoritariamente rural en 1914. Cataluña constituía una excepción, con una tasa de urbanización superior a la del resto de España y similar a la de los países más desarrollados.

2. Estructuras Económicas

2.1 El Problema Agrario

La distribución de la propiedad de la tierra tuvo una influencia significativa en el atraso agrario. Los propietarios de grandes latifundios (Castilla, Extremadura, Andalucía) mostraban aversión al riesgo y escaso interés por el cultivo eficiente de sus tierras. Esto consolidó condiciones de vida cercanas a la subsistencia para la mayoría de la población en estas zonas.

En la Submeseta norte y en Galicia, el reducido tamaño de las explotaciones y la mala calidad de la tierra, en el primer caso, limitaron la capacidad de ahorro de los pequeños campesinos, obligando a muchos a emigrar e impidiendo aumentar la eficiencia en el cultivo para ser competitivos.

Esta situación general, favorecida por la elevada protección arancelaria aprobada a partir de 1891, consolidó el cereal como el principal cultivo del campo español, aunque su precio era significativamente más alto que en otros países (un 50% más).

A pesar de esto, otros cultivos como la vid, el olivo y los cítricos tuvieron una trayectoria más dinámica, aunque los cambios no fueron suficientes para impulsar la transición hacia una sociedad industrializada.

2.2. La Explotación de los Recursos Mineros

Entre 1874 y 1914, se produjo la explotación masiva de los ricos yacimientos mineros del subsuelo español. Sin embargo, su extracción tuvo efectos económicos limitados. Las dos actividades mineras más importantes en este período fueron el carbón y el mineral de hierro. En el caso del carbón, el aumento de la producción estuvo ligado a la protección del sector público. Por el contrario, la expansión de la minería del hierro, junto con la protección arancelaria, contribuyó a consolidar la industrialización del País Vasco.

La expansión minera se explica por tres factores:

  1. El aumento de la demanda internacional de estos productos.
  2. Los avances en las técnicas de explotación, que redujeron los costes de extracción.
  3. La nueva legislación minera, que puso fin a una rígida reglamentación de las concesiones y liberalizó la explotación de los yacimientos.

Gracias a esto, el número de concesiones para explotar los yacimientos creció de forma espectacular desde 1870 a 1913, llegando las ventas de metales y minerales a representar casi un tercio del total de las exportaciones.

  • Minería del Carbón: La zona de mayor desarrollo fue Asturias. La baja calidad del carbón no fue un problema mientras los aranceles fueron elevados. Sin embargo, cuando el Arancel de 1869 liberalizó el sector, la competitividad del carbón autóctono disminuyó. A partir de entonces, el notable aumento de la extracción estuvo ligado a las ayudas del Estado y, a pesar de su mayor precio, entre 1895 y 1935 la producción asturiana se multiplicó por cuatro.
  • Minería del Hierro: El convertidor Bessemer estimuló la demanda de mineral español, especialmente el hierro vasco, caracterizado por su bajo contenido en fósforo. La escasa demanda interna provocó que la mayor parte del mineral se exportara, convirtiendo a España en el principal exportador de hierro de Europa.

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