La erosión y la desertificación del suelo son dos problemas relacionados La erosión es el desgaste del suelo y se debe a causas naturales y humanas. Las causas naturales son las acusadas pendientes; el carácter torrencial de las precipitaciones; la aridez y las sequías periódicas que provocan una escasa cubierta vegetal protectora; la acción de los ríos y de las láminas de agua; y los rasgos de muchos suelos delgados, arenosos Las causas humanas que intensifican la erosión son la deforestación por talas e incendios, que impide la sujeción del suelo por las raíces de las plantas y lo desprotege del impacto directo de las precipitaciones; algunas prácticas agrarias como el cultivo en la dirección de la pendiente, el insuficiente descanso del suelo, el excesivo pastoreo en pastos pobres, el abuso de sustancias químicas o el uso de maquinaria pesada; y el abandono de los cuidados tradicionales por la emigración rural. En España, la erosión destruye una media de 200 kg de suelo por segundo. Las áreas con más riesgo son la costa mediterránea, el valle del Guadalquivir y áreas montañosas con pendientes, ríos torrenciales, e insuficiente protección vegetal. La desertificación es la degradación de las tierras de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas hasta adquirir rasgos propios de los desiertos. Sus causas son la erosión, la aridez, los incendios y la sobreexplotación de los acuíferos. Así, un 6% del suelo español está desertificado y un 17,8% se halla en riesgo muy alto o alto. Las áreas más afectadas son el SE peninsular y Canarias. Las consecuencias de la erosión y de la desertificación son un aumento del riesgo de inundación y de deslizamiento; la disminución de la flora y de la fauna del suelo; y una progresiva pérdida de fertilidad agraria. Frente a este problema España cuenta con una red de estaciones de seguimiento de la erosión y la desertificación (Red RESEL). Desarrolla actuaciones de prevención y control como planes frente a la sequía; la restauración hidrológico-forestal; el impulso de prácticas agrarias sostenibles, obras de conservación del suelo; y rehabilitación de las áreas donde se ha iniciado la desertificación. Estas actuaciones se llevan a cabo en el marco de los compromisos suscritos con Naciones Unidas, LUCDEME -Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo- y al PAND.
Los riesgos climáticos más frecuentes son las inundaciones y las sequías. Las inundaciones son ocupaciones por el agua de zonas que habitual mente no lo están. Se producen por intensas precipitaciones caídas en poco tiempo o por la rápida fusión de la nieve. Afectan principalmente a las fachadas mediterránea y cantábrica, donde se ven potenciadas por la proximidad de las montañas a la costa, que favorece la precipitación orográfica, y por la existencia de cuencas fluviales reducidas y de fuerte pendiente. En menor medida afectan al SO peninsular a causa de temporales del SO. Las sequías son déficits pluviométricos temporales y prolongados respecto a las precipitaciones medias de un territorio. En España se deben a la posición en latitud del territorio que favorece la presencia prolongada de anticiclones en buena parte de él y, sobre todo, en el sur y el sureste peninsular, Baleares y Canarias. Para afrontarlas se han creado el ONS-y PES