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Para el comentario de los SUSTANTIVOS hay que tener en cuenta:
El sustantivo + la plantilla de las declinaciones > para saber a qué declinación pertenecía
Hay que comentar los siguientes aspectos:
1) Reducción de los casos
2) Reducción de las declinaciones
3) Pérdida del género neutro
Siempre justificando lo que se afirma.
1) Comente los cambios que han sufrido los siguientes sustantivos:
manos (Manús, -US: f.) y braços (BRACCHIUM, -I: n.)
El sustantivo mano es de género femenino y se encuentra en plural.
Su étimo latino es Manús, -US, perteneciente a la cuarta declinación, aunque más tarde se integraría en la 2ª declinación. Como la inmensa mayoría de los sustantivos del español, proviene del caso acusativo y, en esta ocasión, del acusativo plural. En este punto, para poder comprender todos los fenómenos que ocurrieron, tenemos que explicar la reducción de casos que se produjo en latín vulgar.
1) REDUCCIÓN DE LOS CASOS DE LOS SUSTANTIVOS DEL LATÍN
En latín clásico los sustantivos tenían seis casos (nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo) según su función sintáctica, cinco declinaciones, tres géneros (masculino, femenino y neutro) y dos números (singular y plural). Ahora bien, toda esa variedad de formas no siempre tenía distintas terminaciones o morfemas, es decir, no había terminaciones exclusivas para cada caso en singular y plural (o sea, no había 12 formas diferentes para cada sustantivo). Había casos de confluencias entre distintas declinaciones, pues ciertas terminaciones se compartían con otros casos de la misma declinación o con otros casos de otras declinaciones. Este hecho provocaba incomunicación (sobre todo en la lengua hablada) debido a las ambigüedades que aumentaron después de que se produjeran los siguientes cambios fonéticos:
1) Pérdida de la nasal bilabial final /-m/
2) Confluencia entre las vocales velares finales [ų] y [ọ] > [ọ]
3) Confluencia entre las vocales palatales finales [į] y [ẹ] > [ẹ]
4) Desfonologización del rasgo de la cantidad vocálica a favor de la pertinencia fonológica del rasgo de abertura vocálica (dificultad para diferenciar entre [ą] y [ạ].
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De esta manera, resulta difícil diferenciar entre casos y funciones. El hablante, para solventar estos problemas, en la lengua hablada toma dos medidas:
1) En primer lugar, hacer uso de la construcción “preposición + caso”, que ya existía en latín clásico, pero se usaba en menor medida por el uso de los casos. Había tres tipos de preposiciones: las que solo se combinaban con acusativo, las que solo se combinaban con ablativo y las que se podían combinar con ambos casos.
2) En segundo lugar, reorganización sintáctica a través del orden de las palabras en la oración. En este sentido, se sitúa el sujeto siempre delante del verbo y, detrás de este, se colocan los complementos. Esto soluciónó el problema con el caso nominativo, el que ejercía la función de sujeto, pero no con los otros complementos.
Precisamente la primera medida, el uso de la “preposición + caso”, va a provocar la desaparición del caso genitivo por la combinación de DE o EX + ablativo y la desaparición del caso dativo por la combinación de AD + acusativo (pues el dativo se confundía con el ablativo porque tenían desinencias similares).
Esta situación nos deja con un sistema de tres casos (de seis se pasa a tres): nominativo, acusativo y ablativo. El vocativo quedó relegado a su función enfática, el genitivo pasa a expresarse por el ablativo con preposición, y el dativo por el acusativo con preposición.
Posteriormente, se va a producir otra reducción de casos, pues el caso ablativo se va a perder por dos razones:
1) El hablante se dio cuenta de que en la combinación de preposición y caso la verdaderamente funcional era la preposición, por lo que la terminación del sustantivo resultó redundante.
2) El hablante ya no distinguía entre cuáles eran las preposiciones que debían usarse con el caso acusativo y cuáles con el caso ablativo y, como el caso acusativo era el más usado, se produjo la extensión del uso de las preposiciones con acusativo; y, por tanto, el ablativo con preposición fue sustituido por la combinación de preposición + sustantivo en caso acusativo.
Esto dejará un sistema bicasual: nominativo o caso recto (para la función de sujeto) y acusativo o caso oblicuo (para la función de los distintos complementos).
De todas formas, este sistema bicasual no va a durar mucho a causa de una serie de reajustes analógicos:
1) En primer lugar, la /-s/ (consonante apicoalveolar fricativa sorda en posición final) se empieza a tomar como marca de pluralidad porque estaba presente en casi todos los plurales (en la 3ª, la 4ª y la 5ª declinaciones se habían igualado nominativo y acusativo plural). De esa manera, en la Romanía occidental definitivamente la /-s/ final será marca de plural y se va a eliminar en los singulares (nominativos de la 2ª, 4ª y 5ª declinaciones). Y, consecuentemente, se igualan en singular nominativo y acusativo (y también la 1ª declinación).
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2) En segundo lugar, se produce otro reajuste analógico en la 3ª declinación, pues los sustantivos imparisílabos (es decir, aquellos que no tenían el mismo número de sílabas en nominativo singular y en los demás casos) se van a convertir en Parísílabos. O sea, añaden una sílaba más en el nominativo singular –IS. La /-s/ final se va a eliminar (ya que era marca de pluralidad); la consonante nasal final -m ya se había perdido con anterioridad; y la vocal palatal, tanto en nominativo singular como en acusativo singular, se va a igualar. Por lo tanto, quedará una única forma para nominativo singular y acusativo singular también en la 3ª declinación.
Todo ello va a provocar que el nominativo y el acusativo solo sean diferentes en la 1ª y en la 2ª declinaciones en plural. Finalmente, el hablante opta por el caso acusativo, sobre el nominativo, porque era la forma que ya expresaba la marca de pluralidad (/-s/). Otro hecho que favorece la desaparición del caso nominativo es la notable frecuencia de uso del acusativo al sustituir a los demás casos en las combinaciones con preposición.
En definitiva, la inmensa mayoría de sustantivos del español procede del caso acusativo del latín. Sin embargo, hay términos en la lengua española que proceden de los otros casos que se habían ido perdiendo: los restos fosilizados del sistema casual. (Hay que hablar de ellos si apareciera un caso en el examen)
RESTOS FOSILIZADOS DEL SISTEMA CASUAL
La mayoría de sustantivos del español procede del caso acusativo. Sin embargo, hay términos en la lengua española que proceden de los otros casos que se habían ido perdiendo. Los especialistas lo denominan restos fosilizados del sistema casual.
Genitivo:
a) Días de la semana. Se usaba en latín la siguiente estructura:
sustantivo DIES + sustantivo específico del día concreto (en forma de genitivo)
– DIES LŪNAE ‘día de la Luna’ > Lunes.
– DIES MARTIS ‘día del Dios Marte’ > Martes.
– DIES MERCURII ‘día del Dios Mercurio’ > Miércoles.
– DIES JŎVIS ‘día del Dios Júpiter’ > Jueves.
– DIES VĔNĔRIS ‘día de la diosa Venus’ > Viernes.
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DIES MARTIS > martes
DIES JOVIS > jueves
DIES VENERIS > viernes
Contagian la /-s/ final a los otros días de la semana que no la tenían en su origen:
DIES LUNAE > *LUNAES (Corominas: DIES LŪNIS) > lunes
DIES MĔRCŬRI(I) > *MÉRCURIS > miércores > miércoles
Por su parte, SABBĂTU(M) (día [de] descanso) > sábado
DIES DOMĬNĬCUS (día del Señor) > domingo
Así pues, puede haber:
1) Aposición en DIES SABBĂTU(M)
2) Sustantivo + Adjetivo en DIES DOMĬNĬCUS
3) Sustantivo + Sustantivo en Genitivo en el resto de los días
El hablante, poco a poco empieza a eliminar el sustantivo DIES. Se sobreentendía que se refería a un día de la semana y resultaba redundante. Tras suprimir la redundancia se mantienen en el habla los sustantivos en genitivo.
Ablativo:
Se conserva una serie de términos, que ahora no se consideran sustantivos, sino adverbios.
1) Originariamente eran sustantivos en el latín y, en el proceso de evolución, han cambiado de categoría.
HAC HŌRA (‘en este momento‘) > agora (que aparece en los textos medievales) > aora > ahora;
LŎCŌ > luego;
TOTA Vía > todavía.
2) Lo mismo ocurre con los adverbios terminados en -mente, que en el latín estaban formados por adjetivo + el sustantivo MENTE en caso ablativo. Desde el latín vulgar tiene valor adverbial.
BŎNA MENTE > buenamente.
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Nominativo:
1. Nombres propios y términos eclesiásticos.
– Nombres propios, porque eran, generalmente, sujetos de la oración.
– Términos eclesiásticos.
Se piensa que proceden del nominativo porque esos términos se utilizaron en la enseñanza cristiana y para resaltar las acciones y denominaciones de esos términos se utilizaban como sujetos. Así puede entenderse que, por ejemplo, Dios lo hace todo; por tanto, será sujeto en nominativo. Por eso, el hablante no cambió de caso. Además, el hecho de que pueda conocerse que haya sustantivos que sean restos fosilizados del caso nominativo se debe a los resultados actuales.
– DĔUS > dieos > Dios;
– MARCUS > Marcos. Cárolus > Carlos
– IESUS > Jesús.
2. Profesiones u ocupaciones.
Eran usados estos términos con la función de sujeto; de ahí su mantenimiento.
– COMPANIO, -ONIS > companno (español medieval) > compañero (a partir del derivado –ero).
– El nominativo Magíster > maestre, que no debe confundirse con el acusativo MAGISTRUM > maestro.
3. En algunos casos no se sabe con certeza por qué pertenecen al caso nominativo, pero se sabe que provienen de este por el resultado actual.
– BUBO, -ONIS > búho, y no *buhón
– CURCULIO > GURGULIO > gorgojo y no *gorgojón
– AVIS STRUTHIUS > avestruz.
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2) REDUCCIÓN DE DECLINACIONES LATINAS
Las similitudes entre declinaciones provocan, no solo una reducción de casos, sino también una reducción de las declinaciones. En el caso que nos ocupa del sustantivo Manús, -US, este pertenecía a la 4ª declinación, que se integró en la 2ª porque sus morfemas se habían igualado en “-o, -os”.
La reducción de declinaciones de cinco a tres se explica precisamente por eso, por las similitudes que presentan: “-o, -os” queda como marca (generalmente) de sustantivos masculinos que poseían los sustantivos de la 2ª declinación. Al compartir desinencia (por coincidir), los sustantivos de la 4ª declinación se integraron en la 2ª. Por otra parte, los sustantivos de la 5ª declinación, por su forma y por su género femenino, se integrarán en la 1ª declinación. Solo algunos sustantivos de la 5ª declinación, debido a su semejanza formal, se incluirán en la 3ªdeclinación.
Así pues, el sistema se reduce y presenta tres terminaciones:
-A/-AS (género femenino) (1ª)
-O/-OS (género masculino) (2ª)
-E/-ES (no hay marca de género) (3ª)
La 4ª y 5ª declinación desaparecen porque eran las que menor número de sustantivos tenían.
En lo referente al género, Manús, -US, a pesar de estar incluida en el modelo “-o, -os”, es una excepción, ya que ha mantenido su género etimológico femenino (la mano).
EL NÚMERO EN LOS SUSTANTIVOS
Se producen confluencias y confusiones de terminaciones en el proceso de reducción de casos y declinaciones: ya que la reducción de los morfemas de caso determinó la escasez de los morfemas para expresar la oposición de número:
– Los problemas para determinar la función sintáctica se solucionaron a través del uso de la preposición + sustantivo.
– En cambio, para expresar el número solo se contaba con los morfemas y muchos de esos morfemas desaparecieron.
El hablante solo tenía un procedimiento para la oposición de número y era por medio del caso acusativo, ya que presentaba el morfema /-s/, que empezó a utilizarse para indicar el plural y establecer la oposición de número.
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De esta manera, se produce una clara división de las lenguas ROMánicas en dos grupos:
– En la Romanía ORIENTAL no se manténía la consonante apicoalveolar fricativa sorda /-s/ (acuden al caso nominativo para diferenciar el singular del plural).
– En la Romanía OCCIDENTAL el morfema de acusativo plural /-s/ se considera marca de pluralidad (acuden al caso acusativo para diferenciar el singular del plural).
En consecuencia, el morfema acusativo plural (/-s/ fonema apicoalveolar fricativo sordo) se identificará con el significado gramatical de plural. Aunque en el latín clásico se consideraba un morfema casual; posteriormente, se convirtió en un morfema de pluralidad para establecer la oposición de número en los sustantivos, con dos alomorfos:
• Si una palabra termina en vocal (átona: -a, -o, -e), se usa -s.
• Si una palabra termina en consonante se usa -es (variante del morfema -s), ya que no puede terminar con dos consonantes.
Al existir dos variantes (-s, -es) en el español medieval se observarán vacilaciones en el uso de una y otra:
• -es para los sustantivos acabados en consonante;
• -s para los casos terminados en vocal tónica o semivocal.
– rey / reys
• reyes
– Posteriormente, en la formación del español, para las semivocales o vocales tónicas se añadió -es, terminación calcada del latín. Así, por ejemplo, esquís / esquíes.
La palabra “braços” es un sustantivo masculino en plural. Su étimo latino es BRACCHIUM, -I, por lo que pertenecía a la 2ª declinación y era de género neutro.
Como se ha explicado en la palabra anterior, este sustantivo proviene del acusativo, concretamente del acusativo singular BRACCHIUM. Sin embargo, el género de su étimo latino era neutro y en castellano (o español) tenemos un sustantivo de género masculino. Esto se debe a que el género neutro se perdíó.
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3) EXPLICACIÓN SOBRE LA REDUCCIÓN DE GÉNEROS DEL LATÍN CLÁSICO A LAS LENGUAS ROMANCES (CASTELLANO O ESPAÑOL)
El latín clásico tenía tres géneros para los sustantivos: masculino, femenino y neutro. El rasgo distintivo que determinaba el género (masculino/femenino o neutro) era el de ‘animado’ o ‘inanimado’. El género neutro se reservaba para los sustantivos que tenían un contenido semántico ‘inanimado’. Sin embargo, existían sustantivos que denotaban colectividad de seres animados que utilizaban el género neutro. (Debido a esta oposición inapropiada, para muchos investigadores y estudiosos de la lengua era más adecuado considerar el neutro como morfema de los sustantivos que denominaran objetos cuyo sexo no interesaba al hablante.) En definitiva, esta situación empezó a originar ciertas confusiones en el uso de los géneros de los sustantivos.
Con el simple análisis del sustantivo, los hablantes no podían saber qué género era el que presentaba el sustantivo. Para solventar estos inconvenientes, el hablante podía reconocer el género del sustantivo (masculino, femenino o neutro) a través de la concordancia con los elementos adjuntos, especialmente con los adjetivos de tres terminaciones, pues estos tenían una terminación para cada uno de los géneros (la 1ª declinación para el femenino, y la 2ª declinación para masculino y neutro). En cambio, con los adjetivos que tenían dos terminaciones (una para masculino y femenino, y otra para neutro) y con los que tenían una terminación (la misma para masculino, femenino y neutro) se daban más dificultades porque se declinaban por la 3ª.
Además, en los sustantivos de género neutro, los morfemas de nominativo y acusativo son iguales en todas las declinaciones. Y también, esas terminaciones podían confundirse con morfemas del género masculino (como los de la segunda y la cuarta declinación).
Todo ello generó problemas en el uso del género neutro:
1) Usos incorrectos, es decir, se documentan usos de sustantivos de género neutro como si fueran de género masculino (con terminaciones de sustantivos de género masculino)
2) Casos de ultracorrección, ya que sustantivos de género masculino se documentan con usos que denotan su declinación como si fueran sustantivos de género neutro
ADAPTACIÓN DE LOS SUSTANTIVOS DE GÉNERO NEUTRO
Toda esta problemática provocó que el hablante reconociera que mantener el género neutro era inútil. En consecuencia, se eliminó el género neutro del sistema, aunque se mantuvo el uso de la combinación del artículo neutro lo + adjetivo como procedimiento para la expresión del sentido neutro.
Con todo, como la oposición de género es importante y funcional, los sustantivos de género neutro se readaptan al nuevo sistema con el género masculino o femenino.
Ese proceso de readaptación a un género u otro se realiza, fundamentalmente, según la terminación que presentaban los sustantivos de género neutro:
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– sustantivo neutro en -o género masculino;
– sustantivo neutro en -a género femenino.
Se aplicó -o para masculino y -a para femenino porque la terminación en -o era la que presentaban los sustantivos que tenían en latín el género masculino, integrados mayoritariamente en la segunda y cuarta declinación, mientras que la terminación en -a está estrechamente relacionada con los sustantivos que tenían género femenino, integrados en la primera declinación.
Sin embargo, como sabemos, hubo problemas con los sustantivos terminados en -e o en consonante. En la reducción de declinaciones hay un tercer modelo que estaba constituido por sustantivos de la 3ª declinación y algunos de la 5ª. En esos casos, esa 3ª declinación también tenía sustantivos con género neutro, por lo que tuvo que readaptarlos; pero, en este caso, no tiene relación de terminación con género, porque no hay -o ni -a, sino una -e o consonante final, producida por una apócope. En estos casos, el único mecanismo de adaptación era la pura arbitrariedad, si bien, en algunos casos, se piensa que pudo actuar la relación con otro sustantivo que tenía el sistema, relación de tipo semántico. Además, esta arbitrariedad va a tener como consecuencia el que, si comparamos distintas lenguas ROMánicas, en unas lenguas ha dado lugar a un género y en otras lenguas a otro.
Este nuevo sistema da como resultado final, teniendo en cuenta los tres modelos en lo referente al género gramatical:
1) “-a, -as” como marca de femenino: que proviene de la 1ª declinación (y también de la 5ª), excepto el sustantivo “día” que se mantiene con su género masculino etimológico, pero que por cuestiones formales se integró en este modelo;
2) “-o, -os” como marca de masculino: que proviene de la 2ª declinación (y también de la 4ª), excepto el sustantivo “mano” que se mantiene con su género femenino etimológico, pero que por cuestiones formales se integró en este modelo;
3) “-e, -cons.; -s, -es”: que proviene de la 3ª declinación y que no presenta una marca clara de género.
Los sustantivos de género neutro se van a adaptar a estos tres modelos siguiendo dos tendencias:
1) Adaptación de la forma de la palabra al género
2) Adaptación del género a la forma de la palabra
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En este caso de BRACCHIUM > braço, se va a adaptar el género gramatical a la forma de la palabra, ya que, al acabar en -o, se va a considerar un sustantivo de género masculino.
Además, como hemos dicho al principio, este sustantivo está en plural (braços). Ahora bien, también hemos dicho que su origen está en el acusativo singular de BRACCHIUM, -I. Esto se debe a que “braços” es un plural analógico y no etimológico (pues sería BRACCHIA, que da braza, que se incorpora como femenino singular, por terminar en -a), ya que se tomó de la forma singular “braço” a la que se la ha añadido la marca de plural /-s/.