Teatro antes de 1936


TEMA 7. TEATRO ANTERIOR A 1939 (HASTA LA Guerra Civil)


Se trata de un teatro sometido a fuertes condicionamientos ideológicos y comerciales. En esta línea surgen dos tendencias fundamentales:

  • Teatro que triunfa entre el público 7TVxAAAAIklEQVQYV2NgIAlMhajeVgCmuDwYFgsC de poca calidad y carácter comercial

En primer lugar se encuentra el exitoso teatro comercial.
El autor más célebre es Jacinto Benavente (comedia benaventina)
, cuyas obras teatrales dirigidas a un público burgués ponían en escena leves defectos de las relaciones personales o sociales, siempre con una intención suavemente irónica. En segundo lugar, está el teatro cómico, dirigido más bien a un público popular y a menudo acompañado de música, canto y baile. Destacan autores como Álvarez Quintero (quien refleja las vidas andaluza y madrileña de forma superficial y estereotipada), Pedro Muñoz Seca (creador del astracán, género basado en el disparate cómico y reflejado en La venganza de don Mendo, entre otras obras) y Carlos Arniches (autor de tragedias grotescas en las que se mezcla lo cómico y lo trágico). Y, por último, se encuentra el teatro en verso, que surge como reacción al teatro realista triunfante: el de Eduardo Marquina y los hermanos Machado.

  • Teatro con una menor afluencia por parte del público 7TVxAAAAIklEQVQYV2NgIAlMhajeVgCmuDwYFgsC de mayor calidad

Estos son los intentos renovadores que surgieron con la llegada de la II República. A partir de 1931, desde el gobierno y con el apoyo de autores de la época, se propuso el acercamiento de la cultura a las clases populares mediante las llamadas Misiones Pedagógicas.

En la Generación del 98, junto con algunas obras de Unamuno (Fedra) o Azorín (Lo invisible), destaca Jacinto Grau, que emplea prosa poética en las obras de temas más tradicionales. Su obra más elogiada fue El señor de Pigmalión, sobre la rebelión de unos muñecos que acaban matando a su creador. Sin embargo, fueron únicamente Valle-Inclán, relacionado con la generación del 98, y Federico García Lorca, de la Generación el 27, quienes escribieron las obras teatrales de mayor calado.

Valle-Inclán cultivó todos los géneros, y en todos evoluciónó desde un Modernismo elegante y nostálgico hacia posturas más críticas con la realidad. En teatro comienza con las comedias míticas tales como la trilogía Comedias bárbaras. La Galicia mítica y rural es el marco de estas historias. Los personajes actúan gobernados por pasiones violentas y permisivas (sexo, dinero, poder), en un clima donde las supersticiones y los mitos desempeñan un papel fundamental. La culminación de este ciclo mítico es Divinas palabras (1920), cercana al esperpento.
Más adelante, en sus farsas pone desmitifica de forma cruel y grotesca los valores más convencionales de la sociedad española (Farsa y licencia de la Reina Castiza). Pero su creación más original fueron los esperpentos.
Con la primera versión de Luces de Bohemia, Valle da nombre a un género literario propio, basado en la deformación caricaturesca y grotesca de los personajes y valores para denunciar la sociedad española contemporánea. De este modo, es notable la animalización y cosificación de los personajes. Además, hay que destacar que en las últimas décadas ha sido posible la puesta en escena de obras de gran complejidad como Comedias bárbaras o los esperpentos. Valle fue más allá de los recursos y técnicas disponibles en su tiempo, dominado por el teatro realista.

Por su parte, la obra dramática de Lorca es equiparable al valor de su poseía. En sus obras mantiene una gran coherencia temática marcada por el dolor, la soledad y la muerte. Muy influenciado por los clásicos (Calderón, Lope de Vega), el teatro de títeres, Shakespeare y el teatro vanguardista y modernista, cultivó gran variedad de géneros: la farsa, el guiñol, el “teatro imposible” de estirpe surrealista, la tragedia, etc. Su creación dramática comienza en su juventud con ciertas influencias modernistas y del teatro de Eduardo Marquina.
Algunos de los títulos más conocidos son Títeres de cachiporra (inspirada en el guiñol), Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa (donde ya muestra el sufrimiento femenino de sus protagonistas). A finales de los años 20 evoluciona hacia una etapa vanguardista a raíz de la profunda crisis que sufre tras el éxito de su Romancero gitano (1928) y en íntima relación con su homosexualidad. Así lo aborda en Comedias imposibles, una trilogía influenciada por el Surrealismo. Sin embargo, Lorca sigue evolucionando hasta encontrar un camino propio, caracterizado por la fusión del rigor estético y lo popular. Son los años en los que dirige “La Barraca” un grupo universitario que puso en escena obras clásicas. Con esta experiencia pretendía salir del público burgués. Suceden a esta etapa sus mejores obras, las tragedias.
Estas tienen pocos personajes principales y en ellas intervienen coros. Sus obras más importantes forman la llamada trilogía rural:

Bodas de sangre (1932)


representa los preparativos de una boda entre La Novia y El Novio. Pero cuando la uníón se va a celebrar aparece Leonardo, antiguo amor de La Novia, y ambos huyen. Se trata de una pasión que desborda barreras sociales y morales para desembocar en muerte. Alrededor hay un marco de odios familiares y de venganzas.

Yerma (1934)


trata el drama de una mujer estéril cuya única ilusión es ser madre. La fatalidad del destino le hace matar a su propio marido, que no quería tener hijos. Lo popular adquiere se identifica con el coro de las lavanderas, las canciones de a protagonista, etc.

La casa de Bernarda Alba (1936)


es la obra cumbre de Lorca. Presenta el choque entre el autoritarismo de Bernarda y el deseo de libertad de sus cinco hijas, especialmente de Adela con su relación con Pepe el Romano, prometido de su hermana Angustias. En un clima asfixiante y plagado de símbolos y expresiones cómicas surge la tragedia: Adela se suicida al creer que su madre ha matado a Pepe. Dentro de un espacio hermético, la casa, llegan del mundo exterior (las calles) ecos de las pasiones elementales. Pero a la vez es el mundo del que dirán y de las críticas.

Pero, Lorca no fue el único escrito de la generación del 27 que se dedicó al teatro, otros autores como Pedro Salinas o Alberti también se distinguieron por su dedicación al género dramático. Por otra parte, cabe destacar a Enrique Jardiel Poncelo y a Alejandro Casona.

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