Teatro español desde los años 40 hasta la actualidad


T9: TEATRO DEL 39 HASTA ACTUALIDAD

TEATRO AÑOS 40 Y PRIMERA MITAD DE 50

Al igual que la poesía y la novela, el teatro también se vio muy afectado por las consecuencias de la guerra Civil. Acabada la contienda, las autoridades pensaron que el teatro podría ser un buen bálsamo para intentar superar las heridas morales y psicológicas que la guerra había producido. Comenzaron a presentarse obras de baja calidad, sin embargo, eran aplaudidas a rabiar por el público entusiasta. Por otra parte, durante los años de posguerra también se produjo un teatro comercial fundamentalmente cómico, cuya finalidad principal consistía en producir carcajadas. Enrique Jardiel Poncela Sus obras destacan por la agudeza de los diálogos y las situaciones disparatadas. Destacan Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada y Los habitantes de la casa deshabitada. Miguel Mihura La comedia más destacable de cuantas escribe es Tres sombreros de copa. El humor de Mihura encuentra la máxima calidad en dos obras que presentan a un tipo de mujer divertida e independiente: Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.

TEATRO AÑOS 50 Y 60

Durante los años cincuenta y sesenta se desarrolla en España un tipo de teatro que trata de reflejar la realidad social tal y como esta se presenta cotidianamente, con una clara finalidad de denuncia. Denuncia las duras condiciones de trabajo, la deshumanización de la burocracia, la situación de los obreros, las injusticias sociales, la dureza de las oposiciones, etc. Antonio Buero Vallejo Historia de una escalera, narra la vida de tres generaciones de vecinos, de sus ilusiones y fracasos, como símbolo de la vida de todo el país. En La ardiente oscuridad, narra las limitaciones de un grupo de personas ciegas ante la realidad y la rebelión de algunos de ellos ante esa situación. Un soñador para un pueblo y el tema de la Guerra Civil aparece en El tragaluz. Alfonso Sastre Entiende que la finalidad fundamental del teatro debe ser la denuncia como elemento revolucionario más que estético, cree que los argumentos deben testimoniar lo que está pasando para intentar cambiar la sociedad. Escuadra hacia la muerte, considerada como una especie de manifiesto de los jóvenes que habían sufrido las consecuencias de la Guerra Civil. También estrena dramas que denuncian las injusticias y el poder tiránico: La mordaza, Guillermo Tell tiene los ojos tristes. Cabe destacar Los últimos días de Emmanuel Kant, obra en la que trata sobre la vejez del filósofo. Lauro Olmo pasa a la historia de nuestro teatro con su obra La camisa, en la que trata un tema tan actual como la emigración como solución a la miseria. José Martín Recuerda, Las salvajes en Puente San Gil, sobre la hipocresía en la España de la posguerra. José María Rodríguez Méndez denuncia la dura situación que viven los opositores a la función pública en Los inocentes de la Moncloa.

Alfonso Paso Comienza creando un teatro de clara intención social, con obras como Juicio contra un sinvergüenza o Vamos a contar mentiras.

Antonio Gala presenta obras salpicadas con frecuencia de toques poéticos y humorísticos. Los verdes campos del Edén con tintes sociales y románticos, presenta a una familia que se ve obligada a vivir en el panteón familiar. El sol en el hormiguero. Sus últimos éxitos son la obra musical Carmen, Carmen y Las manzanas del viernes.


TEATRO EXPERIMENTAL AÑOS 70 Las características más importantes son las siguientes:

Autores persiguen la creación de un espectáculo total.

Se incluyen técnicas propias de otros espectáculos, marionetas, cabaret, desfiles, etc.

Teatro simbólico, alejado de la realidad, aunque sin olvidar la protesta y la denuncia; se suele desarrollar en polideportivos, plazas de toros, plazas públicas, la calle, etc.

Creación de una gran cantidad de grupos independientes de teatro: “Els Joglars”, “La Fura dels Baus” o “Tricicle”.

Francisco Nieva La carroza de plomo candente, El rayo colgado, Sombra y quimera de Larra. Fernando Arrabal mezcla de elementos surrealistas, esperpénticos y absurdos. Según el autor, los ingredientes que intervienen en sus obras son la confusión, el humor, el terror, el azar y la euforia. Sus obras: Pic-nic. En los años sesenta desarrolla el teatro pánico, mezcla de situaciones reales e imaginarias. El arquitecto y el emperador de Asiria. Desde los años setenta Fernando Arrabal mezcla las dos etapas anteriores, consiguiendo una obra original y vanguardista: La balada del tren fantasma

TEATRO DE LOS 80 A LA ACTUALIDAD

Encontramos una gran variedad de tendencias teatrales, con autores consagrados que representan al mismo tiempo que otros noveles. José Sanchís Sinisterra Autor de ¡Ay, Carmela!. Ana Diosdado Los ochenta son nuestros. José Luis Alonso de Santos La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro


T12: NOVELA DEL 75 A FINALES DEL S. XX

La experimentación temática y sobre todo, formal, de la novela de la década de los sesenta se extiende a lo largo de los años setenta, pues continúan creándose obras con renovadas técnicas narrativas. Sin embargo, el fin de la dictadura en 1975 abre un nuevo período en la novela gracias al clima de libertad y a la desaparición de la censura. Los narradores se alejan de la novela experimental y cultivan diversas tendencias:

– Recuperación del gusto por contar historias. Se busca, pues, la verosimilitud.

– Regreso del protagonista individual. – Preferencia por el tiempo lineal, por el orden cronológico de los hechos.

– Predominio de historias contadas en tercera persona, con narradores testigos u omniscientes.

– Vuelta a ofrecer historias organizadas en capítulos, con o sin títulos. – Recuperación del diálogo.

– Retorno a la sencillez y la naturalidad en el lenguaje; en cuanto al estilo. En la novela de los últimos años vuelven a prevalecer las inquietudes existenciales.

– Los asuntos existenciales y religiosos: el sentido de la vida, el desarraigo, etc.

– Los asuntos intimistas: la soledad, la evocación del pasado. – El misterio y la intriga como una nueva forma de evasión.

– La tensión entre el individuo y la sociedad permanece, pero con un tratamiento de temas colectivos más cercano a la ficción que a la realidad. La libertad de tendencias es un hecho en la novela de esta época. Este panorama tan variado viene dado por la coexistencia de autores de distintas promociones (Cela, Delibes, Goytisolo, Marsé…) junto con novelistas de la Promoción de los ochenta: Juan José Millás, Rosa Montero, Julio Llamazares, A. Muñoz Molina, Soledad Puértolas, etc.

Novela histórica: El auge, relacionado con el deseo de volver a contar historias. El novelista sitúa la acción en un momento histórico realista con distintas finalidades: ofrecer una interpretación personal, recrear el ambiente, efectuar un simple ejercicio de estilo. La realidad y la verosimilitud se mezclan con frecuencia en estas novelas: No digas que fue un sueño, de Terenci Moix; Crónica del rey pasmado, de Torrente Ballester o El manuscrito carmesí, de Antonio Gala, son algunos ejemplos.

Novela policíaca y novela de aventuras: La novela policíaca se presenta como un juego para el intelecto. La trama está muy bien articulada: un policía o un detective investiga y descifra una serie de pistas para llegar a la resolución del enigma. La acción suele transcurrir en ambientes urbanos. El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza; Plenilunio de Muñoz Molina. La novela de aventuras, se sitúa en espacios abiertos y en distintos tiempos de la historia. Cuenta los incidentes de un personaje que viaja por tierras exóticas por motivos científicos, sentimentales… Pérez Reverte con su saga del capitán Alatriste, o novelas como La Reina del Sur.

Novela intimista Trata una variada gama de problemas personales o existenciales. Lo destacable es la abundancia de historias en las que se relata una intimidad desasosegada: la angustia y la incertidumbre de la persona y de la existencia, los problemas de identidad, la búsqueda del sentido de la vida… Juegos de la edad tardía, de Luís Landero; Corazón tan blanco, de Javier Marías, o Atlas de geografía humana, de Almudena Grandes. Es importante destacar que no toda la producción novelística de los últimos años se agota en estas líneas. Continúan surgiendo y consagrándose nombres como José Manuel de Prada, Manuel Rivas, Lucía Echevarría, etc

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