Teatro español posterior a la guerra civil:
Al terminar la Guerra Civil el panorama del teatro es desolador. No sólo los grandes maestros (Valle y Lorca) habían muerto, sino que la mayoría de autores importantes, como Benavente, se habían exiliado. Las dificultades con las que nos encontramos son básicamente las siguientes:
- Destrucción de los locales teatrales durante el conflicto
- Situación de pobreza de la población que impide su asistencia al teatro
- Existencia de una censura que impide toda crítica o aparición de elementos considerados inmorales
La figura fundamental del teatro de posguerra será Antonio Buero Vallejo. Teniendo en cuenta el contenido de sus obras, en la trayectoria de Buero pueden señalarse tres etapas:
- 1a época: hasta 1957: predomina un enfoque existencial. Desde el punto de vista técnico, las obras se ajustan a una estética realista y a lo que él mismo llamó “construcción cerrada” (espacio escénico tradicional y progresión clásica de la acción). Destacan: Historia de una escalera
- 2a época: de 1958 a 1970: es la etapa social, ahora se insiste más en las relaciones entre el individuo y su entorno. La necesidad de burlar la censura hace que en esta época cultive reiteradamente un tipo de drama histórico, en el que la anécdota de la historia es un pretexto para plantear problemas actuales. Destacan: Un soñador para el pueblo; Las meninas
- 3a época: desde 1970: manifiesta una voluntad de no permanecer al margen de las innovaciones experimentales de los 70.
Teatro anterior a la guerra civil
El teatro de esta época se caracteriza por unos fuertes condicionantes comerciales que imponen el interés de los empresarios. Las ganancias estaban garantizadas con obras poco complejas destinadas a un público burgués conservador. Por tanto, se coarta la libertad en los temas y las formas. Por ello, el teatro español de principios de siglo se puede repartir en dos frentes:
- El teatro que triunfa (continuador, en parte, del de fines del XIX): la comedia burguesa, el teatro en verso y el teatro cómico
- El teatro innovador (en las técnicas, en el enfoque ideológico…): las experiencias teatrales del 98, en especial, Valle-Inclán; y los impulsos renovadores de las vanguardias y del grupo del 27, en especial, García Lorca.
1.a. La comedia burguesa: era el teatro destinado a un público mayoritariamente burgués. Es Jacinto Benavente su máximo representante. A partir del estreno de su primera obra, El nido ajeno, su fama y prestigio aumentan paulatinamente hasta obtener en 1922 el Nobel de Literatura. En su teatro utiliza diversos ambientes, por ello cabe hablar de:
- Dramas rurales: se sitúan en aldeas y con personajes campesinos: Señora Ama
- Comedias de ambiente cosmopolita: la alta burguesía, los temas frívolos y folletinescos: La noche del sábado; La mariposa que voló sobre el mar
- Comedia burguesa: los personajes son fieles representantes de la burguesía que iba al teatro; se reflejan los modos de vida de esa clase social, no sin algo de crítica pero suave e irónica, sin llegar nunca a ser provocador:
1.b. El teatro cómico: es Carlos Arniches quien consolida el género. Las dos modalidades de la creación de Arniches son el sainete y la comedia grotesca.
1.c. El teatro poético: escrito en su mayoría en verso, trata temas históricos o legendarios, en un tono posromántico y estilo modernista. Destacan: Eduardo Marquina (Las hijas del Cid), los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos), etc.
2.a. Teatro de innovación: la generación del 98: entre los primeros intentos de renovación destacan las aportaciones de Unamuno (con un teatro intelectual y filosófico), Azorín (que hizo un teatro simbólico e irreal), pero sobre todo Valle-Inclán.
- a) El mito: la acción transcurre en una Galicia mítica, intemporal. Se representa una sociedad arcaica, elegida para ofrecer la visión de un mundo en el que la propia vida se rige por instintos: Comedias bárbaras, Divinas palabras
- b) La farsa: obras situadas en un espacio más ridículo, propio del siglo XVIII: jardines, cisnes.
Novela española en las décadas posteriores a la guerra civil
Rasgo esencial de la novela en la década de los 40 es la total desorientación, de Pascual Duarte, que inaugura una nueva corriente, el Tremendismo y Carmen Laforet con Nada (1945). Las características principales de estas novelas son:
- Reflejo de la vida de posguerra desde una perspectiva pesimista
- Los temas giran en torno a la amargura de la vida cotidiana
- Los personajes están desorientados, frustrados…
- Falta de crítica directa o de denuncia.
Técnicamente, destacan por su sencillez y tradicionalidad. Con la publicación de La colmena de Cela (1951), se abrió un nuevo rumbo: el Realismo social, movimiento literario que se desarrolló a lo largo de esta década. Es una literatura de corte realista, atenta a los condicionamientos histórico-sociales del individuo que, en 1956, con la aparición de El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, se considera consolidada. Entre las principales características de la narrativa del Realismo social están:
- Estructura aparentemente sencilla y preferencia por la narración lineal
- Relato objetivista basado en técnicas cinematográficas (sustitución de la mirada omnisciente del narrador por la frialdad de la cámara fotográfica)
- Los personajes no narran situaciones, más bien presentan estados, conflictos…
- Número elevado de personajes y preferencia por el protagonista colectivo
- Concentración espacio temporal
- Predominio del diálogo
Camilo José Cela
La familia de Pascual Duarte supuso el reconocimiento público de Cela como escritor. Se narra en ella la historia de un campesino extremeño quien, condenado a muerte, recoge por escrito su sórdida vida, llena de acontecimientos truculentos, asesinatos, violencia y horrores diversos. Se advierten en ella variadas influencias: la novela picaresca, los romances de ciego, las novelas naturalistas.
Miguel Delibes
Delibes cuenta con una obra narrativa amplia, continuada, que se inicia en 1947 con La sombra del ciprés es alargada y termina en 1999 con El hereje.
Luis Martín Santos
La publicación de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, marcó un hito en la novela española contemporánea, no tanto por su argumento, vinculado al realismo, como por la búsqueda de nuevas formas narrativas. En esta novela se ve la influencia de diversos novelistas extranjeros como Kafka, Faulkner y, especialmente, James Joyce.