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El entierro en Ornans. 1849


La obra representa el entierro de un campesino en Ornans, el pueblo natal del artista.  La escena constituye un retrato colectivo para el que el artista utilizó como modelos a familiares (sus propias hermanas y su madre aparecen en la parte derecha del cuadro)
, vecinos y amigos. También aparece reflejado el paisaje de los alrededores de la localidad. Las figuras, de tamaño natural, están situadas detrás de la fosa, que aparece en primer término,  formando un gran friso compacto, sobre el que destaca en la parte izquierda del cuadro la cruz que se eleva por encima de las cabezas/Es una obra de escasa profundidad, en la que domina la horizontalidad, con una composición estructurada en franjas paralelas, la primera se corresponde con el grupo de personas asistentes al entierro, que forman una barrera de espectadores como la forman quienes contemplan el cuadro; otra segunda franja la constituyen los acantilados del fondo y el cielo. En los acantilados aparece una abertura que se corresponde con el centro de interés del cuadro: el cura oficiando ante la fosa y la cruz/Courbet, uno de los representantes del realismo más crítico,  nos muestra la realidad con fría objetividad, con el distanciamiento propio del objetivo de una cámara. Los personajes parecen ausentes, nadie mira a la fosa abierta, el cura realiza el oficio con rutina, los monaguillos están ajenos a la ceremonia, la presencia de los amigos y de la familia se explica (salvo alguna excepción) más por una obligación social que por dolor real/La gama cromática utilizada es muy reducida y en ella domina el negro, contrarrestado por los blancos y rojos del grupo situado a la izquierda, así como por el tono ocre del fondo. La luz, muy real, es una luz de amanecer/Estamos ante una de las obras capitales de Courbet, un auténtico manifiesto de la pintura realista. Cuando se expuso en el Salón de París en 1850, causó un gran escándalo, pues se trataba de la representación del entierro de un campesino en un formato de grandes dimensiones. El asunto carecía de interés para los pintores academicistas del momento, cuyos temas principales eran la religión, la mitología o la historia. Por otro lado, el tema se representaba sin mostrar sentimientos elevados ante la muerte y sin emplear recursos que implicaran emocionalmente al espectador. Esta forma objetiva de presentar los temas y la elección de hechos cotidianos como asunto de los cuadros, desafiaba las reglas de la pintura académica.

La libertad guiando al pueblo. 1830

 El cuadro representa los sucesos que tuvieron lugar en París durante los días 27, 28 y 29 de julio de 1830, las llamadas tres jornadas gloriosas,en las que grupos de jóvenes republicanos se levantaron contra las ordenanzas que la monarquía acababa de promulgar y que restringían la libertad de los ciudadanos. Estos hechos provocaron la caída del último rey de la familia de los Borbones, Carlos X y la coronación de Luis Felipe de Orleáns, representante de la monarquía liberal, que sería destronado en 1848. Delacroix, en este lienzo, nos recuerda los acontecimientos de la mañana del 28 de ese mes, cuando la insurrección alcanza su momento más álgido. La pintura representa para muchos autores el primer cuadro de naturaleza política de la pintura moderna, junto a algunas obras de Goya. La obra fue adquirida por Luis Felipe de Orleáns en 1831, pero no fue expuesta hasta años más tarde por considerarla demasiado “incendiaria”/Lamujer que hace ondear la bandera tricolor sobre las barricadas es un símbolo, al mismo tiempo, de Francia y de la Libertad. Guiados por ella, hombres, mujeres, adultos, muchachos, obreros, intelectuales, burgueses, campesinos y soldados emergen hacia el espectador hermanados bajo la bandera. En primer término, está la barricada donde se encuentran, tratados con extraordinario realismo,  los cadáveres de aquellos que ya han caído en su lucha por la Libertad/El grupo avanza hacia nosotros y sus siluetas quedan perfiladas a contraluz sobre un fondo encendido y humeante en el que se distinguen a la derecha, entre el humo, las torres de Notre Dame y los edificios próximos. Los personajes se mueven, se agitan, levantan las armas y gritan con gestos que logran transmitir un sentimiento de fuerte patriotismo/La composición nos remite a la obra de Géricault, La Balsa de la Medusa. Las figuras se enmarcan en una pirámide cuyo vértice lo constituye la bandera. En la base, la barricada y los cuerpos inertes de los que ya han sacrificado sus vidas. Los lados vienen definidos por el palo de la bandera y el fusil a un lado, y  en el otro, la línea dibujada por los brazos agitados del muchacho  que se continúa hasta el punto más alto de la bandera. El gesto de la figura femenina y el del muchacho que la acompaña, imprimen a la obra un poderoso impulso de avance hacia el espectador y transmiten una fuerza y energía extraordinarias. Junto a ella avanzan un representante de la burguesía, con sombrero de copa y arcabuz y un menestral que blande un sable/La exaltación del color combinada con una pincelada suelta y una luz irreal crean una atmósfera dinámica, agitada, que envuelve a la figura de la Libertad y disuelve los objetos y figuras del fondo. Este cuadro constituye un auténtico manifiesto de la pintura romántica, en su exaltación de la Libertad, uno de los grandes logros de la lucha política del siglo XIX. 


Una tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte. 1884-86


La obra puede ser considerada como un verdadero manifiesto del neoimpresionismo o puntillismo.
Aunque el artista elige un tema característico de la pintura impresionista.Durante dos años el artista llevó a cabo 38 bocetos al óleo y 23 dibujos preparatorios, para posteriormente realizar la obra en su estudio/El autor,quiere representar los efectos de la luz y la atmósfera en la isla de la Grande Jatte, poblada en una calurosa tarde de domingo por numerosos paseantes. Basándose en las teorías sobre el color realizadas por Chevreul y Rood elabora un método científico que le va a permitir sistematizar un principio que los impresionistas aplicaban intuitivamente. Los colores compuestos se obtienen sin mezclarlos en la paleta o sobre la tela, sino yuxtaponiéndolos en manchas de color puro para que la mezcla óptica se realice en la retina del observador. Esta fusión será más inmediata y profunda cuanto más pequeños sean los trazos yuxtapuestos y más grande sea la variación de sus tonos. Además, la luminosidad de la mezcla óptica es siempre superior a la de la mezcla material de los colores, por lo que se crea un espacio de extraordinaria luminosidad y color/También desea superar la fugacidad de la visión de las cosas, al igual que Cézanne, imponiendo una construcción lógica en la organización de la superficie pictórica. La composición se estructura a partir de una vertical establecida por la figura central, que divide el cuadro en dos partes. A su vez cada mitad está dividida por otras dos líneas, sobre las que se encuentran, a la derecha, la pareja de pie y a la izquierda los tres personajes sobre la hierba. Este deseo de superar la fugacidad le lleva también a reducir las figuras a formas geométricas esenciales/La Naturaleza aparece representada con la misma quietud, serenidad y solemnidad que si se tratase de una gran obra del pasado transferida a la vida moderna. Es como si el tiempo se hubiera detenido, inmovilizando a los personajes en su postura, con la mirada fija en la lejanía, cada uno en su lugar para siempre.

Impresión, sol naciente. 1872

En 1872 Monet pinta una obra que resume a la perfección las características del impresionismo, una obra emblemática del nuevo estilo, cuyo nombre le viene precisamente de su título. Representa la salida del sol, un sol rojo,  en el mar, entre la bruma y los mástiles del puerto de Le Havre, filtrándose y reflejándose en las aguas. Al fondo, los barcos mercantes con sus mástiles y las chimeneas de las fábricas. Acercándose al espectador tres botes de remos que navegan por unas aguas tranquilas en las que se refleja el sol del amanecer/El autor quiere captar los aspectos efímeros de una realidad cambiante, la impresión percibida en un instante, algo que va a estar presente en toda su obra. Es el momento irrepetible lo que el artista quiere plasmar. Monet es el pintor impresionista por excelencia. Supintura está directamente tomada del natural,sin retoques en el estudio y con una técnica rapidísima, que le permite captar la luz y el color que hay en ese instante. En este cuadro el pintor se ha despreocupado de la forma y busca únicamente la sensación colorista (azules, rosas y naranjas, extendidos en sutiles veladuras), aspecto por el que fue muy criticado en su época. Sus pinceladas son cortas, sueltas, cargadas de pintura y constituyen un ejemplo perfecto de cómo Monet yuxtapone colores puros y complementarios sobre la tela, permitiendo que sea la retina del observador la que fusione los tonos/Esta forma de sentir la pintura tiene su máxima expresión en las famosas series, en las que intentará reflejar la transformación que experimenta un mismo tema bajo distintas condiciones atmosféricas o en distintas horas del día. Sus series más conocidas son las de La estación de San Lázaro, La catedral de Rouen o Los álamos junto al Epte. Su serie dedicada a las Ninfeas de su jardín acuático en Giverny se convierten en una magistral explosión de color y luz que acerca su pintura a la abstracción.

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