Teoría de la sustancia Aristóteles


3. Teoría de la Naturaleza (análisis del ser)
Aristóteles se propone realizar un profundo análisis del Ser, de todo ser. Ante el problema pre-socrático (ser y cambio;
Parménides y Heráclito) Platón había creído encontrar la solución en la diferenciación entre el mundo de las ideas (lo que permanece) y el mundo sensible (lo que cambia).
Pero Aristóteles se pregunta: ¿cómo explicar el ser de las cosas si el “ser” –según Platón- no está en ellas mismas? ¿Cómo explicar el movimiento si las ideas son estáticas? Aristóteles inicia su reflexión desde la observación directa. No desde el mundo de las Ideas, sino desde la realidad concreta de cada ser. Él es un gran biólogo y está acostumbrado a observar la vida de los animales.
3.1.- La sustancia y el accidente
Aristóteles, al observar directamente los seres particulares ve en ellos un hecho claro: todo ser cambia. Por ejemplo, el agua se calienta, se enfría, se convierte en vapor, se hace hielo; y sin embargo en todos esos cambios permanece la misma agua. Es decir, en todo cambio hay un sustrato que no cambia, hay algo que permanece a través de los cambios. Esta es la sustancia, lo que está debajo de, lo que permanece detrás de toda mutación.
Cualquier ser, cualquier realidad, tiene una naturaleza tal, una sustancia, que no es la suma de los elementos que la componen, es algo distinto de ellos; así el agua no será la suma de oxígeno e hidrógeno, sino una sustancia distinta de ellos; el hombre no es la suma de cuerpo y alma, ni la suma de la racionalidad y la animalidad, sino algo distinto. Cada sustancia es distinta de las otras. Así, el hombre es algo separable de cualquier otro animal, y cada hombre es separable, distinto de cualquier otro hombre. El ser de Carlos tiene una entidad tal que le hace completamente distinto de Pedro; lo que se dice de Carlos no se puede decir de Pedro; no es, por lo tanto, la suma de dos elementos, cuerpo y alma, porque entonces todos serían Carlos o todos serían Pedro. Lo propio de cada ser, lo que distingue a cada ser es su ser sustancial.
La sustancia es el sujeto real en el que se apoyan todas las demás cosas que cambian, todos los accidentes. El agua es sustancia, lo que cambia es el calor, el frío, la solidez, el color, etc., es decir, los accidentes. Las sustancias ofrecen su apoyo a los accidentes para que existan. No se da la blancura, el peso, el frío, como volando por los aires, sino el agua fría, la mesa blanca, etc. Los accidentes dependen de la sustancia para que puedan existir.
Aristóteles también distingue entre sustancia primera y sustancia segunda. Solamente las cosas físicas, materiales, concretas, son sustancias. Aristóteles las llama sustancias primeras. Se trata de lo particular (esta mesa, este árbol, Pedro). Y las sustancias segundas son lo universal: no esta mesa sino LA MESA, no Pedro, sino EL HOMBRE. El ser de Pedro se explica desde su particularidad y desde su universalidad; así puedo decir que Pedro es hombre. Esta distinción es puramente mental, no se da por una parte la sustancia primera y por otra la segunda.
3.2.- La potencia y el acto
Toda la teoría aristotélica de la potencia y el acto, surge originariamente al enfrentarse con el problema del movimiento. Según Aristóteles, la naturaleza no es un ser estático como quería Parménides, que negaba la posibilidad del movimiento. Tampoco todo es movimiento como afirmaba Heráclito. 
Aristóteles afirma que la naturaleza, la physis, es el principio del movimiento y del cambio. La naturaleza tiene una fuerza interna que hace que crezca, se desarrolle, cambie, se transforme. Todo ser se mueve por sí mismo, sin que otro le tenga que empujar desde fuera. Si un ser antes no se movía y ahora se mueve, quiere decir que antes tenía en sí mismo la capacidad, el poder, de moverse. Tenía la potencia del movimiento, y cuando ya ha realizado el movimiento, decimos que ese ser ya está en acto. Si no hubiera potencialidad, el movimiento, el cambio, serían imposibles. Uno que está de pie, estaría eternamente en pie. El que está en pie está en potencia para sentarse, y cuando se sienta, ya ha realizado el acto de sentarse. Entre el ser y el no-ser, hay algo intermedio que es el ser en potencia. No son tan irreconciliables como quería Parménides.
En todo ser se pueden considerar dos aspectos: lo que ese ser ya es, acto, y también su poder llegar a ser lo que todavía no es, potencia. Por ejemplo, la semilla es el ser árbol en potencia. El movimiento es el paso de la potencia al acto. El error fundamental de Parménides consistíó en haber concebido el ser unívocamente, cuando el ser es análogo. El ser en acto no procede del no-ser, sino del ser en potencia; del no ser no sale nada. Si cerramos los ojos no vemos, pero tenemos la capacidad, la potencia, de ver.
3.3.- El Hilemorfismo
Aristóteles utiliza el hilemorfismo para abordar la explicación de la repetición de las formas en el universo, problema que Platón había pretendido solucionar con su Teoría de las Ideas o Formas. El hilemorfismo es la doctrina que contempla la realidad física, natural, concreta, como compuesto de materia y forma (hyle=materia), morfe=forma). Sólo se trata de seres físicos, no espirituales. Tiene materia y forma la casa, el hombre, el mármol, pero no la alegría o la felicidad. Son dos principios que forman una sustancia, un solo ser. Por ejemplo, la estatua del David de Miguel Ángel, es un todo compuesto de materia, el mármol, y de forma, David. Toda sustancia corporal concreta, es un compuesto de materia y forma; éstos no se pueden separar. Platón pretendía que las Ideas fueran la forma de las cosas, pero al ser algo externo a ellas, Aristóteles opina que no podían darles  forma

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