TEORÍA DE LA EDUCACIÓN. MATEMÁTICAS Y DIALÉCTICA
El título hace referencia al fin de la educación mediante la matemática y la dialéctica.
Para Platón el fin de la educación debe ser conducir al individuo al conocimiento de la verdad y del bien. Para ello es imprescindible avivar y despertar en el ser humano sus capacidades intelectuales innatas. Mediante un proceso dinámico en el que el verdadero protagonista es el que se educa y requiere su participación activa. Frente a esta manera, los Sofistas consideraban que la educación sólo era una mera transmisión de los conocimientos. El peso principal de la educación recaería entonces en el educador. ¿En qué se basa la educación?¿Cómo conocemos el verdadero conocimiento?
En el mito de la caverna el papel de educador estaba representado metafóricamente por un personaje que no es directamente nombrado, pero sí aludido indirectamente; aquel que libera aun o de los prisioneros y le guía hacia el exterior. Esta metáfora expresa muy bien la manera como Platón entiende la educación, en clara contraposición de los sofistas.
La educación tiene para Platón un sentido moral y ascético, y no solo intelectivo. Educar no solo significa aumentar los conocimientos, sino también desarrollar una alta calidad moral, introducir armónía y orden.
El objetivo de Platón no es simplemente formar meros técnicos inteligentes, sino individuos justos y sabios a la vez, capaces de gobernarse a sí mismos, dignos de asumir la tarea de gobernar también la ciudad.
El ser humano es un compuesto de cuerpo y alma.
Platón tiene una concepción dualista del ser humano: el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma. Este punto de vista se conoce en filosofía como Dualismo antropológico. Influenciado por la filosofía pitagórica Platón considera la uníón de alma y cuerpo como puramente accidental y en el diálogo titulado Fedro se presenta como un castigo. El alma es considerada inmortal e inmaterial. Según Platón, consta de tres partes: parte racional, parte irascible y parte apetitiva, que se corresponden con las virtudes de la sabiduría, la valentía y la moderación, respectivamente. Esta división tripartita sirve para explicar los conflictos internos y las tendencias opuestas entre las que se debate continuamente el alma. El predominio de cada una de las tres partes del alma determina tres tipos de personalidad diferentes, paralelos a lastres clases en que, considera Platón, debe dividirse el Estado: los filósofos-gobernantes, en los que predomina la parte racional y cuya virtud será la sabiduría; los guardianes, en los que predomina la parte irascible y cuya virtud debe ser la valentía; y, por último, los productores, en los que predomina la parte apetitiva o concupiscible, y cuya virtud debe ser la moderación de los deseos y apetitos que dominan al cuerpo.
El cuerpo es material, nace y perece y, por tanto, está sujeto a la generación y a la corrupción. Sin embargo, el alma, al ser inmaterial, es de naturaleza inmortal y eterna, de tal modo que tiende hacia la regíón inteligible, es decir, al mundo de las Ideas, con las que comparte todas sus carácterísticas o, por lo menos, gran parte de ellas: es divina, inmortal e inmaterial. Mientras que la mayoría de las facultades o virtudes del alma, lo mismo que las del cuerpo, pueden adquirirse mediante el ejercicio y la práctica, la virtud o facultad del conocimiento es eterna e inmortal, como el alma. Esta facultad, mayor desarrollada en aquellos que se escogen.
El verdadero conocimiento (la episteme) sólo lo hallaremos investigando acerca de las realidades inteligibles. El alma humana puede conocer las ideas mediante la teoría de la reminiscencia o anámnesis.
Según Platón, el alma, antes de encarnarse en un cuerpo, ha preexistido en el mundo de las Ideas. Al entrar en el mundo sensible y encarnarse en un cuerpo, el alma olvida las ideas y tan solo queda una huella borrosa. De acuerdo con la teoría de la reminiscencia, aprender o conocer no es otra cosa que recordar. Platón defiende el innatismo del conocimiento: en el alma del ser humano existen, desde el momento de su nacimiento ciertos conocimientos. Platón prueba esta teoría en algunos mitos como el de Menón: En el que un joven esclavo, que jamás recibíó ninguna educación matemática, llega a formular el teorema de Pitágoras. Platón explica que estas verdades estaban ya en su alma y gracias a las preguntas del maestro consiguió recordarlas.
Para Platón arte es la ciencia de la justicia y del bien y coincide con filosofía, porque solo la filosofía es capaz de proporcionar el conocimiento de las ideas eternas de justicia y de Bien, indispensable para gobernar sabiamente la polis y discernir con acierto, ya en el terreno de los asuntos humanos, qué es justo y qué es justo y qué no lo es. La filosofía es, así, la ciencia política que el aspirante a gobernante necesita aprender.
En el pensamiento platónico la educación está eternamente al servicio de la organización de la sociedad y de la vida política; una de sus misiones es formar una élite de individuos sabios y justos, destinados a gobernar el Estado.
El último proceso de la educación es la dialéctica, la ciencia suprema para Platón, el saber acerca de las ideas y sus relaciones. Platón identifica la dialéctica con la filosofía. Pero insiste en que no es posible comenzar la educación del filósofo gobernante de la dialéctica. Para ello resulta imprescindible y muy útil comenzar con el estudio de las matemáticas.
La educación del filósofo gobernante se basará primero en el cultivo de las matemáticas, y después en la dialéctica o filosofía. Platón comparaba las matemáticas con la dialéctica: ambas versan sobre objetos que son inteligibles, aunque siguen métodos bien distintos. Platón retoma la cuestión del método de las matemáticas al final del capítulo XIII. Tanto las matemáticas como la dialéctica parten de hipótesis o supuestos no demostrados, a diferencia del dialéctico, el matemático toma estas hipótesis como axiomas, es decir como verdades evidentes que no necesitan demostración. Los matemáticos establecen sus teoremas o conclusiones mediante cadenas de deducciones y razonamientos. Para Platón, estas conclusiones no merecerán el nombre de conocimiento, pues su validez depende de simples hipótesis no fundamentadas.
Hay una segunda diferencia entre la manera de proceder del matemático y la del dialéctico. Esta diferencia radica en que para conocer las ideas, la ciencia dialéctica no hace uso en absoluto de nada sensible, sino tan solo del poder dialéctico, es decir, de razonamientos y argumentos que permiten ir de idean en idea, hasta el conocimiento del bien en si. En cambio, los matemáticos, aun cuando discurren sobre objetos inteligibles e invisibles, se ayudan para ello de imágenes sensibles, dibujos o diagramas que, en realidad, son tan solo copias sensibles y materiales de los objetos investigados, los cuales pueden verse con la inteligencia.