T.Sociales. El final del siglo XIX y principios del XX fue en toda Europa un periodo de crecimiento demográfico continuado aunque en España se mantuvo hasta el siglo XX un ciclo demográfico del antiguo régimen debido a las malas condiciones sanitarias, el impacto de las epidemias (Tuberculosis, cólera y fiebre amarilla), la pobreza de la población y la dependencia del campo, que suponía que una mala cosecha fuera fatal para la mortalidad de la población. En España hubo más crecimiento en la periferia ya que la gente del interior emigraba hacia zonas más urbanas e industrializadas, aunque Madrid fue una excepción. En España el crecimiento se produjo sobre todo en la primera mitad del siglo XX gracias a un descenso de la mortalidad. Las causas de este descenso fueron las mejoras de la alimentación, los avances en la medicina y la disminución de las epidemias conforme aumentaba la calidad de vida. La esperanza de vida a principios del siglo XX era muy inferior a la de otros países Europeos tales como Inglaterra o Francia. Este crecimiento supuso reformas en las ciudades que echaron abajo las murallas y construyeron edificios más altos y modernos. Aun así el 70% de la población seguía siendo rural. Hubo una enorme transformación social a lo largo de todo el siglo XIX, que fue el paso del Antiguo régimen a la sociedad de clases, en el cual la pertenencia a un grupo dependía de las riquezas y de la ocupación. Los gobiernos liberales garantizaron la libertad y la igualdad dando fin a los privilegios estamentales del Antiguo Régimen. Aun así existían grandes desigualdades sociales entre unos pocos ricos y una gran masa pobre. Los grupos sociales de este nuevo orden son: Alta nobleza: Con propiedades e influencia política pero que perdieron poder financiero a favor de la burguesía, se dedicaron a la industria y se unieron matrimonialmente con miembros de la alta burguesía. Burguesía: Estaba ligada al comercio, negocios y banca; buscaban poder económico e influencia política median la unión matrimonial con la alta nobleza. Clase dirigente: Se creó una nueva oligarquía mediante la unión de burguesía y nobleza. Baja nobleza: Perdieron sus privilegios y pasaron a pertenecen a los medianos propietarios agrarios, eran de carácter antiliberal ya que habían perdido sus privilegios. Clero: Perdieron poder y dinero (debido a las desamortizaciones) e influencia en las ciudades, aun así conservaron su influencia entre mujeres y campesinado además de controlar la educación, eran de pensamiento antiliberal. Clases medias urbanas: Eran un grupo muy heterogéneo con salarios bajos. Clases bajas urbanas: Eran obreros industriales, empleados del hogar, mendigos y vagabundos. Clases bajas rurales: Eran la mayor parte de la población y no estaban mecanizados; el número de propietarios fue aumentando progresivamente. Mujeres: Eran totalmente dependientes de padres, hermanos o maridos y carecían de derechos judiciales; Las mujeres burguesas pasaban el día en casa y las de las clases bajas trabajaban como empleadas del hogar o en talleres industriales por la necesidad económica. Este desarrollo de la economía y la sociedad no supuso una mejor entre las clases populares que comenzaron luchas sociales que se intensificaron mucho durante el siglo XX. A lo largo del siglo XIX los salarios aumentaron un 30%, pero los precios un 70%. Los obreros vivían en barrios parte sin luz, sin alcantarillado y en pequeñas casa sin agua corriente; a esto hay que añadir las durísimas jornadas de trabajo. La legislación liberal no regulaba las condiciones de trabajo y las asociaciones obreras estaban prohibidas por lo que las protestas eran violentas, clandestinas y espontaneas. Al principio fueron de carácter ludita pero posteriormente se reorientó hacia la mejor de las condiciones de trabajo y el derecho de asociación, lucha que se extendió por toda España. El método de lucha eran las huelgas aunque estaban ilegalizadas. Destaca la huelga de Barcelona de 1885 como protesta a la introducción de nuevas máquinas hiladoras. Hubo también revueltas agrarias como consecuencia a las desamortizaciones municipales. La ideología obrera era de un Socialismo utópico que perseguía una sociedad igualitaria en la que no existiese el dinero. Se vincularon al republicanismo y así, votaron por este en 1868 aunque no supuso una gran mejor de sus condiciones por lo que buscaron nuevas tendencias. La Internacional obrar (1868-1874) entró en España en defensa de la emancipación de la población obrera, aglomeraba varias ideologías y con la libertad de asociación en 1869, surge el anarquismo. El anarquismo tuvo mucho éxito entre la población obrera y se basaba en el rechazo a cualquier forma de poder impuesto, la defensa de la libertad individual, la eliminación del estado y sus instituciones, la supresión del dinero y la propiedad privada, la defensa violenta de la revolución (terrorismo), el uso de la huelga (Mano negra), la renuncia a la participación política, el rechazo de la religión y la Iglesia y la educación del pueblo llano. Hubo una represión de la 1º Internacional en 1872 que supuso la ruptura entre marxistas y anarquistas, aunque con la primera república resurgieron estos ideales. La Internacional fue ilegaliza por Serrano tras el golpe de estado del general Pavía. Surge así el PSOE en 1886 formado por obreros socialistas de tendencia marxista que publican “El socialista”. El programa político defendía el derecho de asociación, reunión y manifestación; el sufragio universal; la reducción de la jornada de trabajo y la prohibición del trabajo infantil. Surgió también la UGT en 1888 con un político socialista muy prudente que consideraba la guerra el último recurso. Las primeras leyes reguladoras del trabajo son de inicios del siglo XX