8.1. EL Imperio DE Carlos V
Carlos I de España y V de Alemania regentó un Imperio que fue el resultado de la política matrimonial mantenida por los RRCC que le llevó a convertirse en el soberano más importante del mundo conocido en la primera mitad del Siglo XVI. Heredero de Borgoña, Flandes, Luxemburgo y el Franco-Condado, uníó a ello la herencia aragonesa a la muerte de Fernando el Católico en 1516 y la -En 1517 Carlos I viene a hacerse cargo del trono castellano-Aragónés. En 1519 Carlos parte de Castilla para hacerse con la corona imperial, dejando el reino a cargo de un regente extranjero, Adriano de Utrech. El momento fue aprovechado por una buena parte de las ciudades castellanas que se declararon contra la autoridad real surgiendo lo que se ha denominado revuelta comunera o guerra de las comunidades. Primero Toledo (Padilla) y después Segovia (Bravo), Salamanca (Maldonado) y otras ciudades depusieron a las autoridades reales que se sustituyeron por comuneros. Sus peticiones eran: que el rey hablara castellano, que el dinero de Castilla no saliera del reino, que los cargos de gobierno fueran ocupados por castellanos y que se protegiera la industria textil. ,LAS GermánÍAS La sublevación de las Germánías fue casi simultánea a las Comunidades de Castilla, con Valencia como escenario, aunque se extendería a Murcia y Mallorca. Sus fundamentos son más sociales, revueltas antiseñoriales: los artesanos de los gremios de Valencia protestan contra los nobles y comerciantes que dirigían el gobierno local y controlaban los intercambios comerciales. Aunque Carlos V reacciónó lentamente, Valencia no era tan importante como Castilla para el poder en sus reinos, finalmente ordenó al Virrey que reprimiera el conflicto. Finalmente la rebelión fue reprimida en 1522.
8.1. LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE Felipe II. LA UNIDAD IBÉRICA
Felipe II fue hijo del emperador Carlos I y de Isabel de Portugal. Con él (1556-1598) la hegemonía española llega a su apogeo. Desde muy joven fue preparado para desempeñar su cargo de rey. Tras la abdicación de Carlos I en 1556 gobernó el Imperio integrado por los reinos y territorios de Castilla, Aragón, Navarra y el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, toda la América descubierta y Filipinas. A estos vastos territorios se le uníó Portugal y su Imperio afroasiático en 1580. La herencia austriaca, incluída la opción del Imperio Alemán, fue cedida por el Emperador a su hermano Fernando. Con él el Imperio se vuelve más netamente español y concretamente castellano, estableciendo la capital en Madrid desde 1561, dirigiendo desde allí y desde el Monasterio de El Escorial, tan vastos territorios. A nivel interno los principales problemas fueron la sublevación de los moriscos de las Alpujarras de Granada, duramente sofocada por las tropas castellanas y que acabó con la dispersión de los moriscos por tierras castellanas. Otro problema fue la cuestión foral aragonesa motivada por la marcha de Antonio Pérez, secretario del Rey, que huyó de la justicia amparándose en los fueros de Aragón a lo que el soberano respondíó invadiendo con sus tropas Zaragoza y dando muerte al Justicia Mayor. Con Felipe II la monarquía española alcanzó su apogeo, y gran número de enemigos8.3. EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS. LA UníÓN DE REINOS.Los Habsburgo continuaron y desarrollaron la organización política heredada de los Reyes Católicos. Procuraron rodearse de letrados, funcionarios expertos en leyes que no pertenecían a la alta nobleza. De esta manera, apartaron a la aristocracia del poder de la Corte, permitiendo que el poder político quedara centralizado en las manos de los monarcas. Castilla se convirtió en el centro del Imperio. Esto ocurríó en mayor medida con Felipe II que con su padre, Carlos V. En los demás reinos y posesiones se establecieron Virreyes (Aragón, Cataluña, Valencia, Nápoles, Sicilia e Indias o Gobernadores: Países Bajos y Milán. Estos cargos fueron ejercidos por altos nobles o miembros de la familia real. El Rey estaba asesorado por los Consejos . Estos podían ser asesores o ministeriales, que asesoraban sobre temas generales de la monarquía: Estado, Guerra, Hacienda… o territoriales encargados de un territorio concreto: Castilla, Aragón, Indias, Italia… Estaban formados por letrados, nobles y alto clero y tenían un carácter meramente consultivo. El Rey tenía la última palabra. Carlos V y Felipe II despacharon los asuntos cotidianamente con consejeros de su máxima confianza, los secretarios, que hacían de intermediarios entre el rey y los Consejos. Algunos, como Antonio Pérez con Felipe II, alcanzaron una gran influencia.El desarrollo de la política exterior obligó al mantenimiento de una diplomacia en las principales capitales europeas: Roma, París, Londres y Viena.