Transformación Económica y Crisis Política en la España del Siglo XIX: Ferrocarriles, Cortes de Cádiz y Motín de Aranjuez


Desarrollo de las Comunicaciones y la Economía

Respecto a las comunicaciones, la creación de una red de ferrocarriles fue clave para integrar las actividades económicas nacionales. El capital extranjero, principalmente francés, financió la construcción de las primeras líneas ferroviarias, como la de Mataró-Barcelona (1848). La Ley de Ferrocarriles de 1855 impulsó la construcción de nuevas líneas, pero una crisis financiera en 1866 paralizó el proceso. A pesar de ello, la red ferroviaria creció hasta superar los 13.000 km a finales de siglo, lo que facilitó el intercambio de productos entre regiones y mejoró el abastecimiento de las ciudades.

Por último, en cuanto a la política económica, España se dividió entre quienes defendían la libertad comercial y quienes apostaban por el proteccionismo. Los industriales catalanes y vascos, que querían proteger la industria nacional, fueron los principales defensores del proteccionismo. Este conflicto culminó con la implantación del arancel de 1891. Mientras tanto, la banca moderna comenzó a tomar fuerza, y el Banco de España jugó un papel fundamental en la financiación del Estado y la industrialización del país.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La imagen es una pintura de estilo histórico que representa un momento clave de las Cortes de Cádiz, reunidas en 1810 durante la Guerra de Independencia (1808-1814). El evento se sitúa en la ciudad de Cádiz, donde se proclamó la soberanía nacional y se sentaron las bases de la Constitución de 1812.

Se trata de una fuente primaria, ya que fue realizada durante o después del período representado, ofreciendo una visión artística de los hechos. Aunque su enfoque es objetivo al retratar un acontecimiento histórico, la interpretación del artista puede idealizar o dramatizar la escena. Esta imagen está directamente relacionada con el contexto histórico de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.

En primer lugar, refleja la crisis política generada por las abdicaciones de Bayona en 1808, que dejaron a España sin un monarca legítimo y desencadenaron la formación de Juntas locales y la Junta Central Suprema. La necesidad de reorganizar el gobierno llevó a la convocatoria de las Cortes en Cádiz, una ciudad que resistía el cerco de las tropas napoleónicas y que, gracias a su situación geográfica y apoyo británico, se convirtió en el refugio del gobierno legítimo español.

En este contexto de vacío de poder, las Cortes asumieron la soberanía, lo que supuso una ruptura con la monarquía absoluta. Los debates en Cádiz reflejaron la confrontación entre absolutistas, moderados y liberales, siendo estos últimos los que lograron imponer sus ideas en la Constitución de 1812. Esta Carta Magna representó un cambio trascendental, al establecer la soberanía nacional, un sistema representativo y la abolición de privilegios tradicionales, lo que implicaba un giro hacia el liberalismo político. Además, la Constitución garantizaba derechos fundamentales y eliminaba instituciones como la Inquisición, lo que evidenciaba una transformación social.

Sin embargo, su aplicación fue limitada, ya que tras la derrota de los franceses y el regreso de Fernando VII en 1814, el monarca restauró el absolutismo y derogó la Constitución. A pesar de ello, la Constitución de 1812 quedó como un símbolo de la lucha liberal en España y sirvió de referencia para futuras reformas constitucionales a lo largo del siglo XIX.

El Motín de Aranjuez

El motín de Aranjuez es un acontecimiento histórico que pertenece al ámbito de los sucesos políticos y sociales ocurridos en España de principios del siglo XIX. Se trata de una fuente primaria, un levantamiento popular impulsado por la nobleza y el ejército contra el gobierno de Manuel Godoy, el favorito de Carlos IV. Tuvo lugar en marzo de 1808, en un contexto de creciente descontento hacia la gestión de Godoy y la influencia extranjera de Francia, que estaba marcando la política española.

El contenido del motín refleja la lucha interna por el poder y la crítica al monarca y a su valido, que culminó con la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII. El motín de Aranjuez se sitúa en un momento de crisis dentro del reinado de Carlos IV. La influencia de la Revolución Francesa y los intentos de reforma interna chocaron con los sectores más conservadores, lo que llevó a una polarización en la política española. Godoy, como favorito del rey, se alineó con las reformas más cercanas a las ideas francesas, pero sus fracasos militares, como la derrota en Trafalgar en 1805, minaron su popularidad.

Además, la alianza con Napoleón, sellada por el Tratado de Fontainebleau, resultó en la invasión francesa de Portugal y la amenaza de una intervención en España. La revuelta de Aranjuez fue la culminación del malestar popular y el enfrentamiento dentro de la familia real, entre Carlos IV y su hijo Fernando VII, quien aprovechó el descontento general para forzar la abdicación de su padre. Este evento abrió el camino a una crisis de poder que se profundizó con la llegada de José Bonaparte al trono, tras las abdicaciones forzadas en Bayona. La guerra que siguió, la Guerra de Independencia, dividió a la sociedad española entre los que apoyaban al rey Fernando VII y los partidarios del régimen francés, y marcó el comienzo de las luchas internas entre liberales y absolutistas.

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