Propuesta de distintas maneras de adentrarse en el libro. El Ulises de Joyce es un laberinto que no tiene un mapa adecuado, es decir, si intentamos construir un mapa para recorrerlo, nos quedamos fuera. La mejor manera de tener una experiencia con el Ulises es enfrentándose a él cuerpo a cuerpo. Lo que Joyce lleva a cabo en su obra es una liberación de muchas cosas, pero sobre todo del lenguaje.
Joyce rompe la estructura de la frase, rompe la propia unidad de la palabra. Rompe el lenguaje, y por tanto la representación.
Por un lado se puede decir que habla de Dublín, de un día
Joyce rompe la estructura de la frase, rompe la propia unidad de la palabra. Rompe el lenguaje, y por tanto la representación.
Por un lado se puede decir que habla de Dublín, de un día
concreto (18 horas) en esta ciudad, desde la vida de Leopold Bloom. Habla de la ciudad, es una representación de la ciudad, pero al mismo tiempo no tiene nada que ver con los modos de representación de la ciudad que había habido hasta entonces, no tiene nada que ver con Balzac, Zolà o Edgar Allan Poe. Aquí está en juego una crisis de la representación que es una crisis del lenguaje, y en ese sentido no podemos saber si es un
lenguaje que ha disuelto la representación de la ciudad o si es más bien la experiencia de la ciudad moderna la que ha acabado disolviendo el lenguaje. Hay un poco de las dos cosas al mismo tiempo; dificultad de vincular un lenguaje con una realidad contemporánea basada en el “shock”. Nueva forma literaria que es a la vez una representación de la ciudad y una “fiesta literaria”. Estas serían algunas de las vías de
entrada al Ulises. Otra puede ser, en relación al contenido explícito de la obra, son temas profundamente inmorales, Joyce es inmoral, anti-patriota y anti-religiosa. Otra vía para entrar sería volver a la propia historia de las escrituras de Joyce, “El retrato del artista adolescente”, que sería la autobiografía de Stephen Dedalus. 18 horas en la vida de Dublín. La narración comienza con la salida de casa de Stephen Dedalus, es una parodia -o reescritura- en la cual el mito de Ulises queda trastocado. La
salida es una salida cualquiera, la vuelta también es “cualquiera”. Lo que ha pasado por el medio es que Stephen Dedalus se ha dejado las llaves y no puede volver al hogar. Se va al barrio de los burdeles con Leopold Bloom y posteriormente volverá también a su casa. Lo que era lo fundamental en la Odisea, aquí se ha vuelto completamente anecdótico. Lo fundamental es lo que hay en medio, que es un día CUALQUIERA en la vida de unos hombres CUALQUIERA, que además, no van a hacer experiencia de aquello que han vivido. La poética que usa Joyce -a la que Umberto Eco hace referencia- es la de la “tranches de vie”, es decir, “fragmento de vida”. No se representa
algo significativo sino un momento cualquiera, el Ulises podría empezar en cualquier otro día o en cualquier otro momento, porque la especificidad no está en lo que se está representando sino en el modo en que se hace. Es un fragmento cualquiera de una totalidad a la cual no vamos a tener acceso. La peripecia queda totalmente desprovista de contenido.
Tenemos dos Ulises, uno sería Stephen Dedalus y otro Leopold Bloom, que incluso pueden ser alter-egos del autor. Junto con Molly Bloom tienen algo en común, que es lo que les diferencia, y esto es que
no corresponden a la función social que les ha sido asignada o a la que estaban destinados. Lo fundamental está en todo aquello que ocurre a lo largo del recorrido, no son los personajes, ni la acción, sino lo que pasa a nivel de representación y lenguaje.
El Ulises puede ser tomado como un retrato hiperrealista sobre
aquello que acontece en la ciudad durante un día, pero al mismo tiempo tenemos que interpretarlo como una Odisea en el sentido fuerte de la palabra, es decir, como una enciclopedia de la cultura -occidental-, no solo del presente sino de la historia que se ha sucedido. Esto es posible con la construcción técnica de los capítulos, cada uno está escrito con una técnica narrativa diferente, es decir, lo convierte en un compendio de las técnicas narrativas de la historia. Cada una de ellas supone un punto de vista diferente, una manera diferente de acceder al texto. En este sentido se podría hablar de una obra cubista -en pintura-, porque nos da acceso a diferentes maneras de sensibilidad y organización de la experiencia. Es un libro enciclopédico por eso y porque pide al lector que le dedique “toda su vida”, en el sentido de que la obra tiene muchos estratos de sentido, lo que la convierte en una obra muy ambiciosa, a pesar de que estas ambiciones están atravesadas por un rasgo cómico y humorístico y no dedicadas a la solemnidad. La idea es la de la enciclopedia, en el sentido de que es un libro al que podemos acudir a medida que nos vayamos formando.
Joyce introduce el caos en la propia forma y rompe con las grandes estructuras del relato pero la obra se sostiene en su propia materialidad y en su propia textura: en su dimensión significante.
Joyce hace una novela de los restos de todo aquello que n o había cabido en la novela tradicional. Esto se relaciona con la democracia de los temas de Rancière. Por otro lado, a Joyce se le debe leer dando dignidad a los pequeños detalles: todo es digno de aparecer. El hecho de que todos los temas sean importantes tiene que ver con la forma de la narración.
El nombre de Stephen Dedalus combina las dos ramas del mundo occidental. Stephen es el primer mártir del cristianismo y tenemos a dédalo que es un Dios griego, pagana y constructor del laberinto. Joyce viene del catolicismo y formado en los modos de lectura provenientes del catolicismo (alegoría y simbolismo). La pretensión del personaje y de Joyce es combinar las dos tradiciones y ver la separación entre lo sensible y lo
espiritual, la moral y la culpa y el pecado. Con su escritura intenta recuperar la inmediatez de la vida pagana, es decir, el universo que aparece en la Odisea que es totalmente plano y donde no hay culpa y lo sensible y lo inteligible se dan la mano.