Un novelista atraviesa el siglo Miguel Delibes


Un novelista atraviesa el siglo: Miguel Delibes


Aunque Delibes ha evolucionado estilísticamente, los temas de sus novelas han estado supeditados a su ideología, su concepción del mundo ha prevalecido sobre modas y corrientes estéticas. Delibes se muestra con pequeños altibajos fiel a sus principios: el valor de la palabra sencilla y precisa, el hombre como principio y fin de su novela.
Entre sus carácterísticas narrativas sobresalen el dominio de los diferentes registros idiomáticos, la sencillez expresiva y un uso del vocablo preciso para designar con exactitud el concepto. A Delibes no le interesa la novela abstracta, su interés pasa por lo concreto, lo cotidiano, lo vivencial. Teniendo en cuenta que muchas de sus novelas pueden pertenecer a más de un grupo, por ejemplo Los santos inocentes es una novela social, pero también experimental, pueden agruparse estas en torno a la siguiente clasificación:
Novelas biográficas, aquellas cuya trama se articula en torno a la narración de la vida del protagonista, como La sombra de ciprés es alargada.

Novelas sociales

Lo más destacado de ellas es la voluntad de Delibes de insertar al protagonista dentro de la sociedad, normalmente rural, en que vive. Entre ellas  Las ratas.

Novelas del recuerdo

Punto común a estas novelas es la ausencia de trama, es decir, la novela se construye a partir de la memoria del narrador. En ellas se entrelazan recuerdos y suelen ser novelas más líricas y posiblemente más autobiográficas: Señora de rojo sobre fondo gris.4.

Novelas experimentales

Son novelas que no se centran en la historia sino en el lenguaje, es decir, prevalece la expresión. Entre ellas, Cinco horas con Mario
.
Los diarios que narran la vida de Lorenzo, el protagonista, en tres momentos distintos de su existencia.
La visión crítica de la realidad que posee Delibes nace de la necesidad de denunciar las situaciones de injusticia social que contempla, aunque no olvida tampoco una crítica al abandono de las formas de vida tradicionales. Esa contemplación y defensa del mundo rural que se abandona frente al mundo urbano conlleva que Delibes preste especial atención al espacio rural.
A Delibes le interesa básicamente es el campo, que no se corresponde exactamente con el concepto “naturaleza”. El campo es la tierra de cultivo, el entorno inmediato del aldeano; el campo es la fusión lógica del hombre con el paisaje. La naturaleza es un término más genérico, es una fuerza que el


hombre, sometido despóticamente a sus caprichos, no puede domeñar. Frente al campo, la ciudad, el espacio urbano en que los valores del mundo natural no sirven. La ciudad se rige por unos parámetros diferentes. El hombre de ciudad compra su sustento y por ello se ha liberado del poder tiránico de la naturaleza. Lo más relevante de su estilo es señalar cómo el escritor ha ido cediendo la palabra a los personajes para que cada uno de ellos encuentre su propia voz y esa voz sea idea. Se pasa así de un lenguaje literario y estilizado a una adecuación exacta entre registro y personaje en sus últimas novelas. El autor domina los diferentes registros idiomáticos y consigue “escribir como habla”. El hombre es el tema fundamental de su narrativa. Al autor le interesa indagar en el individuo como ente singular y a su vez como ente social. El hombre que se relaciona con un entorno concreto, entorno que condiciona su relación con el mundo. Así, el entorno rural se asocia con lo auténtico y perdurable frente al carácter mudable y perecedero del mundo urbano. No olvida la muerte, sobre todo en sus primeras novelas, porque es una verdad ineludible. La búsqueda de la felicidad personal o la denuncia de la injusticia social también son temas de sus obras. Sus personajes muestran una evolución desde el carácter más literario de los primeros, más rígidos y sometidos principalmente a la ideología y a las acciones que para ellos ha querido el escritor, hasta personajes más flexibles, personajes que con sus palabras y relaciones forjan la trama del relato. Los primeros son personajes que buscan una solución a sus problemas y no la encuentran, o mejor dicho, todos estos esfuerzos que han dedicado a mejorar su vida son frustrados y terminan por convertir a este tipo de personajes en seres infelices. Los del segundo grupo son, por lo general, seres primarios, elementales, pero que no abdican de su humanidad; se niegan a cortar las raíces. A la sociedad gregaria que les incita, ellos oponen un terco individualismo, de modo que solo son felices aquellos que han sabido integrarse en el medio en que habitan, lo que se aprecia de modo más claro en el medio rural.

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