José Ortega y Gasset, nacido en Madrid en 1883 y fallecido en 1955, desarrolló su filosofía en un periodo de vital importancia en la historia reciente de España.
Contexto Histórico y Cultural de la Filosofía Orteguiana
La filosofía de Ortega y Gasset se sitúa en un período crucial en la historia reciente de España:
Desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil, las condiciones socioeconómicas configuran una sociedad atrasada dentro de Europa, con un fuerte peso de la economía agrícola. Esta situación va unida a una marcada separación entre una clase latifundista y caciquil, una gran masa de trabajadores y jornaleros del campo, y una incipiente burguesía. Se suceden una serie de acontecimientos históricos, políticos y socioeconómicos que podemos resumir en los siguientes puntos:
- En la primera década del siglo XX, se asiste al auge de un capitalismo incipiente tanto en las potencias europeas como en los Estados Unidos.
- Durante el periodo de entreguerras, junto a la aparición de partidos de clase, socialistas y comunistas, se proclaman y alzan partidos fascistas.
- En el aspecto cultural, destaca el florecimiento de varias generaciones de pensadores y literatos: la generación del 98, con Unamuno y Antonio Machado a la cabeza; la de 1914 (novecentismo), con autores como Pérez de Ayala y Gómez de la Serna, junto al propio Ortega; y la del 27, desde Federico García Lorca hasta Rafael Alberti. También destacan músicos como Manuel de Falla o Isaac Albéniz, y artistas del nivel de Pablo Picasso, Salvador Dalí o Joan Miró.
Contexto Filosófico
El contexto filosófico de la época en la que vive Ortega está marcado por varias corrientes de pensamiento. Estas se pueden englobar en tres grandes grupos:
- Las puramente filosóficas, centradas en el análisis de la existencia humana desde diferentes ángulos.
- Las caracterizadas por su interés en el lenguaje y los problemas de la ciencia.
- Las que se centran en los problemas sociales.
La filosofía de Ortega pasa por tres etapas: objetivismo, perspectivismo y raciovitalismo.
La Vida como Realidad Radical
Ortega y Nietzsche: Convergencias y Divergencias
Ortega y Nietzsche, ambos nacidos en el siglo XIX y fallecidos en el siglo XX, compartieron algunas líneas básicas de pensamiento, aunque también se diferenciaron en aspectos clave. Sus filosofías están separadas por tan solo medio siglo.
1. Crítica al Racionalismo
Para ambos, el error fundamental de la filosofía racionalista (Platón, Descartes, Kant) fue anteponer la pureza de la razón a la vida.
Nietzsche considera que la razón es la gran engañadora, que falsea la vida y debe ser rechazada. Propone recuperar el instinto vital y situarlo por encima de la razón.
Ortega critica el racionalismo, pero no de forma tan radical. Según él, no podemos renunciar completamente a la razón, ya que es una facultad humana indispensable para analizar nuestras circunstancias, dar sentido a nuestras vidas y plantearnos nuestro proyecto vital.
2. La Religión como Enemiga de la Vida
Ambos autores coinciden en señalar a la religión como un enemigo común de la vida.
Nietzsche lo hace de forma más radical, culminando su crítica con la afirmación “Dios ha muerto”. Pretende expresar el fin del mundo de la religión, el fin del mundo de Dios y la moral, y el triunfo de este mundo sobre el más allá, de esta vida sobre la otra vida.
Ortega se expresa de forma más moderada: la vida es una realidad radical que consiste, fundamentalmente, en ser vivida, y por eso desconfía de la religión, que sitúa la vida auténtica en un más allá.
3. La Vida como Realidad Primordial
Según ambos, la filosofía racionalista olvidó que la realidad primordial es la vida. Sin la vida no somos nada.
Para Nietzsche, la vida se había visto minusvalorada por la sobrevaloración de la razón, admitiendo como mundo verdadero o vida verdadera una ilusión, y considerando como vida aparente esta, que es la única que tenemos como valor seguro. Para Nietzsche, la vida es todo lo que el hombre posee, mientras que para Ortega, la vida es lo que contiene al hombre, o en la que está el hombre con todo lo que posee.
4. Vitalismo e Irracionalismo
Ortega y Nietzsche coinciden en las tesis vitalistas, aunque con diferencias.
Mientras Nietzsche adopta una vía irracionalista (instinto, fuerza, violencia, placer, poder), Ortega trata de conjugar la vida con la razón, corrigiendo los excesos irracionalistas del vitalismo de Nietzsche. La razón de la que habla Ortega es la razón vital.
5. La Temporalidad
Ambos autores analizan la temporalidad de forma diferente.
Para Ortega, el tiempo debe ser entendido de forma lineal: los acontecimientos pasados son irrepetibles y desembocan en el presente, y dependiendo de nuestra actuación en este presente, así será nuestro futuro.
Para Nietzsche, el tiempo es cíclico, como eterno retorno: todos los acontecimientos, pasados, presentes y futuros, están condenados a repetirse eternamente.
6. El Hombre como Proyecto
Ambos autores tienen una consideración similar de la vida del hombre, entendida como “proyecto”: el superhombre de Nietzsche y el hombre con “existencia auténtica” de Ortega son aquellos que constituyen su vida creativamente y haciendo uso de su libertad.
Para Nietzsche, la vida solo sería auténticamente vivida por el superhombre, que se aparta de la generalidad, del rebaño, y crea una nueva manera de entender el mundo y de estar en él. Ortega, al hablar del yo, hace un alegato a la originalidad del individuo: cada sujeto es único e irrepetible. No se trata de ser “hombre-masa” u “hombre-rebaño”, sino que cada uno debe ser él mismo, forjando su personalidad. El “hombre auténtico” es el que tiene y desarrolla su proyecto vital.
Valoración Actual: Perspectivismo y Globalización
El perspectivismo o doctrina del punto de vista puede llevarnos a analizar un tema de máxima actualidad: las consecuencias de la globalización. La globalización ha generalizado un modelo económico y un tipo de sociedad ligados a los intereses de la cultura occidental. Se ha pecado de etnocentrismo al considerar que nuestra cultura es la mejor y la más valiosa, sin considerar que cada pueblo, cada ser humano y cada cultura es una perspectiva que solo conduce a una verdad parcial. Solo el diálogo entre las naciones y la búsqueda de soluciones ante la diversidad cultural pueden llevar a un modelo intercultural que respete las diferencias, sean mayoritarias o minoritarias. En el mundo actual, el etnocentrismo y el dogmatismo no deben tener cabida, porque ninguna perspectiva debe presentarse como la única verdadera. Los intereses de unos no son más importantes que los de otros, y la política debe recuperar su sentido original de ser un camino hacia el bien común y no un medio para satisfacer intereses particulares. Si los intereses de un sector se convierten en el monopolio de los valores culturales, desaparecerán muchas minorías étnicas cuyas perspectivas son muy valiosas, privando a la humanidad de una verdad parcial sin la que la verdad integral será imposible.