Viktor Frankl: El hombre en busca de sentido


Primeros años y formación

Viktor Emil Frankl nació en Viena, Austria, el 26 de marzo de 1905. Su padre, un hombre honesto y respetado, trabajó desde estenógrafo parlamentario hasta Ministro de Asuntos Sociales. Su madre, Elsa Lyon, experimentó los primeros dolores de parto en el famoso Café Siller, un lugar de reunión para intelectuales.

Frankl fue un niño inquieto y ávido de aprender. Desde pequeño decidió que quería ser médico. Se involucró en organizaciones juveniles socialistas y se interesó en la psicología.

Experiencias en los campos de concentración

En 1930, Frankl obtuvo su doctorado en medicina y fue asignado a una sala dedicada al tratamiento de mujeres que habían intentado suicidarse. En 1938, con la llegada de los nazis al poder, Frankl se convirtió en Jefe del Departamento de Neurología del Hospital Rothschild, el único hospital judío en los primeros años del nazismo.

En este hospital, Frankl se opuso a la ley de eutanasia dictada por los nazis y salvó muchas vidas alterando los diagnósticos de enfermos psiquiátricos. A pesar de tener la oportunidad de huir a los Estados Unidos, decidió quedarse para no abandonar a sus padres, pacientes y amigos.

En septiembre de 1942, Frankl, su esposa y sus padres fueron deportados al campo de concentración de Theresienstadt. De 1942 a 1945, estuvo en cuatro campos de concentración, incluyendo Auschwitz. Logró sobrevivir, pero su esposa, padres, hermano, cuñada y muchos amigos no lo hicieron.

Desarrollo de la Logoterapia

Tras la liberación, Frankl pasó varias semanas en Múnich tratando de indagar sobre sus familiares sobrevivientes. Al enterarse de que ninguno lo había logrado, experimentó un profundo dolor y vacío.

A su regreso a Viena, Frankl desarrolló su teoría y terapia de la Logoterapia, basada en sus experiencias en los campos de concentración. Concluyó que las personas que tenían un propósito en la vida, a pesar de la adversidad, tenían más probabilidades de sobrevivir.

La Logoterapia se centra en la voluntad de sentido, la búsqueda de significado y propósito en la vida. Frankl también enfatizó la importancia de la noödinámica, la tensión necesaria para la salud mental que surge de la búsqueda de sentido.

Vacío existencial y neurosis noogénica

Frankl identificó el vacío existencial como una experiencia de falta de sentido y propósito. Sugirió que el aburrimiento es un signo conspicuo de vacío existencial en la sociedad moderna.

La neurosis noogénica, o neurosis existencial, surge de la frustración de la búsqueda de sentido. Frankl creía que las personas intentan llenar sus vacíos existenciales con»cosa» que brindan satisfacción temporal, pero no un sentido duradero.

Tres vías para encontrar sentido

Frankl propuso tres vías principales para encontrar sentido en la vida:

  1. Valores experienciales: Experimentar algo o alguien que valoramos, como el amor o la belleza.
  2. Valores creativos: Llevar a cabo un acto o proyecto que nos comprometa con nuestra propia vida.
  3. Valores actitudinales: Virtudes como la compasión, la valentía y el sentido del humor.

El sufrimiento como fuente de sentido

Frankl destacó el papel del sufrimiento como una oportunidad para encontrar sentido. Argumentó que el sufrimiento puede ser soportable con dignidad si se le da un sentido.

Suprasentido y fe

Frankl creía en un suprasentido, un sentido último en la vida que trasciende nuestros proyectos y comprensión. Esta postura lo distingue de los existencialistas ateos como Jean Paul Sartre, quienes sostenían que la vida es inherentemente sin sentido.

Frankl enfatizó la importancia de la fe y la inclinación hacia lo espiritual para encontrar el suprasentido.

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