Crisis militar
El ejército español presentaba un número excesivo de oficiales (macrocéfalo) y una gran burocratización.
Desde 1910 los ascensos se obténían por méritos de guerra, lo que beneficiaba a los militares africanistas (combatientes en la guerra en Marruecos) y permitía el ascenso rápido a los favoritos del rey. Además, la inflación había disminuido el valor real de los salarios de los militares. De esta manera va aumentando el malestar de los militares ante el atraso técnico, la falta de medios, los bajos salarios y por los ascensos rápidos de los militares enviados a Marruecos.
Los oficiales peninsulares se unen para defender sus reivindicaciones en las Juntas de Defensa, (asociación de militares que reclamaba aumento salarial y reivindicaban la antigüedad como criterio de ascenso). Cuando el gobierno decide disolverlas, las Juntas envían un ultimátum en el que culpaban al Gobierno de los males del ejército y del país y para que se acepten sus peticiones profesionales y económicas. Las Juntas solicitaron también la formación de un gobierno de concentración que regenerase el país.
El Gobierno respondíó con la Ley del Ejército de 1918, en la que se aceptaba la subida salarial, se regulaban los ascensos mediante una junta y se reconocíó a las Juntas como órganos representativos del Ejército. Desde entonces, el Ejército se convirtió en el pilar del gobierno, de la monarquía y del orden público.
Crisis política
Desde Febrero, los partidos de la oposición reclaman la reapertura de las Cortes y que se restablezcan las garantías constitucionales. Esta situación hizo que se convocase, a petición de Cambó (
Lliga Regionalista de Catalunya), una Asamblea de Parlamentarios para el día 19 de Julio, en la que se acuerda la formación de un gobierno provisional que convocara Cortes Constituyentes. La tensión fue en aumento pues el gobierno intentó acallar a la prensa y declaró ilegal esta iniciativa, pero en Barcelona se reunieron 59 parlamentarios que reclamaban una solución a la situación política y la autonomía para
Cataluña. Se produjeron varias detenciones de esos parlamentarios y el movimiento murió sin haber conseguido la reforma.
Crisis social
la conflictividad laboral motivada por el descenso de los salarios reales aumentó notablemente; ya en Julio se inicia una huelga de ferroviarios en Valencia, que, ante la dura represión, precipitó los acontecimientos. La negativa de la compañía a readmitir a varios huelguistas llevó a los sindicatos a convocar una huelga ferroviaria por todo el país, que acabará siendo general e indefinida.
Así, el 13 de Agosto la huelga se extendíó a las ciudades más importantes, con mayor incidencia en la minería, siderurgia y zonas fabriles. El gobierno respondíó de forma muy dura, sacando el ejército a la calle y provocando enfrentamientos con los piquetes. Tras una semana, la huelga fue desconvocada y se restablecíó la normalidad en el país; pero las consecuencias de la huelga de 1917 fueron importantes: hubo más de 100 muertos y unas 2000 detenciones, entre ellos representantes del comité de huelga, como Largo Caballero o Julián Besteiro (UGT), procesados y condenados a muerte, aunque más tarde fueron amnistiados y puestos en libertad.
El Directorio Militar (1923-1925)
Primo de Rivera acabó con los viejos partidos y el parlamentarismo, pero no tocó la base real del sistema, pues la oligarquía de terratenientes e industriales siguió dominando la vida económica y social. La reforma de la administración local, se concretó en el Estatuto municipal de 1924, obra de José Calvo Sotelo, que buscaba mayor autonomía económica de los municipios y acabar con el caciquismo, aunque en la práctica no cambió nada.
Se adoptó también el Somatén, una institucióncatalana de carácter parapolicial
. En sus inicios fue un cuerpo armado de protección civil para defensa propia y la de la tierra. La Dictadura de Primo de Rivera lo extendíó a toda
España convirtiéndolo en uno de los pilares del régimen.
Respecto a Cataluña, prohibíó su lengua, himno y banderas, reprimiendo toda manifestación cultural y política del catalanismo.
Eliminó los partidos y creó uno único, la Uníón Patriótica, dirigido por un militar y donde se aglutinaban los distintos grupos de apoyo a la Dictadura.
En cuanto al orden público, auténtica obsesión del dictador que identificaba movimiento obrero con delincuencia, llevó a cabo ejecuciones y encarcelamientos para acabar con las protestas.
Pero sin duda, el gran éxito de Primo de Rivera fue poner fin a la guerra de Marruecos;
En 1925, Abd-el-Krim invadíó la zona del protectorado francés y la respuesta fue el desembarco de Alhucemas, una operación conjunta Franco-española que acabó con la resistencia de las cabilas y la sumisión de su líder. Esto supuso el fin d la guerra y proporciónó una gran popularidad a Primo de Rivera.
REACCIONES A LAS REFORMAS
Todas estas medidas provocaron:
-La decepción de campesinos y obreros tras las esperanzas puestas en el nuevo régimen
-La posición intransigente de propietarios e industriales frente a las reformas La movilización de los sindicatos anarquistas y del PCE.
La Patronal presiónó al Gobierno para utilizar las fuerzas del orden público para reprimir las huelgas, provocando una escalada de violencia con continuos incidentes entre huelguistas y la Guardia Civil. Toda esta tensión condujo, en Agosto de 1932, al intento de Golpe de Estado del general Sanjurjo, que fracasó por carecer de apoyos y por la movilización de sindicatos y partidos obreros. Sanjurjo fue capturado, juzgado y sentenciado a muerte, aunque se le conmutó la pena por la de cadena perpetua.
Mientras tanto, la derecha se reestructuró y reorganizó:
Gil Robles fundó la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA)
, que propónía modificar la Constitución, eliminar todas las reformas y defender los intereses de los propietarios. Alfonsinos y Carlistas se unen para luchar contra el régimen y aparece un movimiento de corte fascista, las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo.
A estas se suman Renovación Española dirigida por Calvo Sotelo y Falange Española, liderada por José Antonio Primo de Rivera, que más tarde se uniría con las JONS.
El movimiento obrero consideraba escasas las reformas del gobierno de Azaña El año 1933 comenzó con un elevado paro en el campo (por el derrumbe de los precios agrícolas) y nuevos levantamientos campesinos, las huelgas y ocupaciones de tierras fueron en aumento. Destaca, alentada por el anarquismo, una sublevación de campesinos en Casas Viejas (Cádiz), especialmente violenta y duramente reprimida por la Guardia Civil y la Guardia de Asalto (14 campesinos son fusilados). La ausencia de explicaciones del Gobierno provocó el escándalo y una grave crisis política. En el PSOE, Indalecio Prieto y Largo Caballero quisieron abandonar la coalición de gobierno, Azaña dimite y Alcalá Zamora manda formar gobierno a Martínez Barrio (Partido Radical), con el acuerdo de disolver las Cortes y convocar elecciones.
El triunfo fue para la coalición Centro-Derecha, consecuencia del desgaste del Gobierno, la unidad de esta coalición, la división de la izquierda, el voto femenino (más conservador) y la abstención de los obreros, a petición de la CNT.
Las ciudades españolas se relacionan con su entorno y con otras ciudades, constituyendo sistemas o redes urbanos. Hasta la década de 1980, el sistema urbano español era herencia de la época industrial, a partir de entonces ha experimentado importantes cambios, debido a la implantación del estado autonómico, y la integración en la Comunidad Europea y en el sistema económico mundial.
Carácterísticas y condiciones de la red urbana española
Si plasmamos en un mapa las ciudades españolas, destaca la distribución desigual de las aglomeraciones urbanas. Estas se agrupan formando ejes, dando lugar a una forma semianular (un anillo de ciudades sobre el litoral peninsular), con un punto central en Madrid.
En España, el mayor tamaño demográfico se da en quince aglomeraciones urbanas, que superan los 500.000 habitantes.
De ellas, cuentan con más de tres millones el área metropolitana de Madrid, que ocupa el primer lugar en el sistema, y el área metropolitana de Barcelona, configurando un sistema bipolar.
A continuación, se sitúan aglomeraciones que superan los 800.000 habitantes, como Valencia, Sevilla, Bilbao y Málaga, y otras ocho con más de 500.000 (Zaragoza, Alicante-Elche, Bahía de Cádiz, Murcia, Las Palmas de Gran Canaria, Granada, Vigo y Palma). Tras ellas, hay un elevado número de ciudades entre los 400.000 y los 150.000 habitantes.
Este hecho se debe al reciente crecimiento de las ciudades medias, asociado a la descentralización de parte de la población y de las actividades económicas. La distribución territorial de las ciudades según su tamaño se caracteriza por la ubicación en el centro peninsular de la mayor aglomeración urbana, Madrid, rodeada de las principales aglomeraciones urbanas, situadas en la periferia, y de un espacio interior poco urbanizado, donde predominan las ciudades medias y pequeñas. Estas ciudades se agrupan formando ejes, en España se pueden distinguir cuatro grandes áreas o ejes urbanos, situados en la periferia peninsular, y tres núcleos aislados en el interior.
El primero de los ejes es el catalán-levantino, que se extiende desde Gerona a Murcia. Está articulado en torno a las áreas metropolitanas de Barcelona y Valencia, y cuenta con otros centros urbanos regionales como Tarragona, Alicante y Murcia. Es el principal eje urbano español y coincide con uno de los principales ejes de desarrollo económico del país, el litoral Mediterráneo.
El eje urbano andaluz se articula en dos ramas: una que coincide con el Valle del Guadalquivir, con centro en Sevilla, y otra con el litoral mediterráneo, con centro en Málaga, gracias al desarrollo agrario, a las fáciles comunicaciones y al peso del turismo.
El eje urbano gallego occidental, ocupa el litoral atlántico gallego y tiene como núcleos principales a La Coruña y Vigo, aunque es un eje estancado desde la crisis de reconversión iniciada tras la crisis del petróleo de 1973.
Igual estancamiento afecta al eje cantábrico, que se extiende desde Asturias (destaca el área urbana en torno a Gijón, Avilés y Oviedo) hasta Cantabria (Santander-Torrelavega) y el País Vasco (Bilbao, San Sebastián y Vitoria).
Los grandes subsistemas de ciudades y la jerarquía urbana española
El tamaño demográfico, las funciones y la extensión del área de influencia dan lugar a una organización jerárquica de las ciudades españolas, en la que se distinguen:
Metrópolis
Son las áreas metropolitanas que se encuentran en la cima de la jerarquía del sistema urbano. Su población supera el millón de habitantes, desempeñan las funciones más diversificadas y especializadas, y tienen una extensa área de influencia. Las metrópolis nacionales son Madrid y Barcelona, su población supera los tres millones de habitantes y cuentan con funciones tales como servicios muy especializados (financieros, de gestión, innovación, cultura), numerosas oficinas de empresas nacionales y multinacionales e industrias de alta tecnología. Su área de influencia es nacional y mantienen estrechas relaciones con otras metrópolis internacionales, enlazando el sistema urbano español con el sistema europeo y el mundial.
Las metrópolis regionales son las áreas metropolitanas medias de Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza.
Su población se encuentra entre 1,5 millones y 500.000 habitantes. Cuentan con funciones diversificadas y servicios especializados, su área de influencia es regional y mantienen intensas relaciones con las metrópolis nacionales.
Las metrópolis subregionales o regionales de segundo orden son áreas metropolitanas pequeñas como Valladolid o Pamplona.
Tienen una población entre 500.000 y 250/200.000 habitantes. Cuentan también con funciones diversificadas y servicios especializados (universidad), pero de influencia subregional o regional en el caso de comunidades autónomas uniprovinciales.
Ciudades medias
La mayoría son capitales de provincia no incluidas en los apartados anteriores, con población entre los 250/200.000 y los 50.000 habitantes. Sus funciones están menos diversificadas y se centran en servicios comerciales, administrativos y sociales de ámbito provincial.
Ciudades pequeñas o villas
Tienen una población entre 50.000 y 10.000 habitantes, como Antequera (Málaga). Sus funciones son escasas y poco especializadas, aunque pueden contar con algunos equipamientos de cierta especialización (educación secundaria y profesional). Su área de influencia es comarcal.
Las funciones urbanas
Las funciones urbanas son las actividades socioeconómicas desempeñadas por las ciudades hacia el exterior, no las encaminadas al servicio interno de la ciudad.
Según su función principal, las ciudades pueden ser primarias, secundarias o terciarias, aunque las grandes ciudades desempeñan varias funciones simultáneamente. Las ciudades primarias están especializadas en actividades del sector primario, entre ellas se cuentan las agrociudades andaluzas (Jerez de la Frontera), manchegas, murcianas y levantinas, y las ciudades mineras, como algunas asturianas (Mieres, La Felguera). Las ciudades secundarias pueden estar especializadas en la industria, como las primeras ciudades incorporadas a la Revolución Industrial (País Vasco, Cataluña y Asturias), mientras que, en otros casos, están especializadas en la construcción, como ciertas ciudades de gran dinamismo económico, demográfico o turístico (Barcelona, Málaga). Las ciudades terciarias están especializadas en los servicios, que son las actividades que mejor definen el rango y la influencia de una ciudad, pudiendo ser estos empresariales, financieros, comerciales, de transporte, administrativos, culturales, sanitarios, religiosos, turísticos, etc.
Las funciones desempeñadas hacia el exterior convierten a las ciudades en lugares centrales, que abastecen de bienes y servicios a un área más o menos extensa, denominada área de influencia.
Esta será mayor cuanto más diversas y especializadas sean las funciones urbanas: nacional, regional, subregional, comarcal o local.
España es, en la actualidad, un país esencialmente urbano, en el que el 77 % de su población vive en núcleos urbanos. Este rasgo, propio de cualquier país desarrollado y que tiende a acentuarse cada vez más, tiene la peculiaridad de presentar una estructura jerárquica en la que el peso de las grandes metrópolis es muy alto. La distribución espacial presenta grandes contrastes entre los grandes ejes urbanos y unas zonas interiores escasamente urbanizadas, con redes urbanas poco estructuradas y un despoblamiento rural cada vez más acusado.